El presidente de Estados Unidos, Barack Obama y su homólogo afgano, Hamid Karzai, han firmado este martes en Kabul el acuerdo estratégico de colaboración que regulará la presencia de tropas de EEUU en el país centroasiático más allá de la fecha oficial de retirada en 2014, en la víspera del primer aniversario de la muerte del líder de Al Qaeda, Usama Bin Laden, durante una operación militar estadounidense en la vecina Pakistán.
«Excelente», comentó el presidente Obama instantes después de firmar el acuerdo en el Palacio Presidencial de Kabul, según pudo recoger el diario ‘The New York Times’. Se espera que Obama comparezca en las próximas horas en una declaración televisada desde la base aérea de Bagram.
Así ha culminado el viaje sorpresa realizado por el presidente a Kabul, en la víspera del primer aniversario de la operación que acabó con la vida del líder de la red terrorista Al Qaeda, en lo que se ve como un nuevo golpe de efecto de Obama en año electoral, y en un momento en el que las relaciones entre Washington y Kabul se encuentran profundamente deterioradas.
El acuerdo originalmente iba a firmarse en la ciudad de Chicago durante la próxima cumbre de este mes sobre Afganistán. No obstante, fuentes diplomáticas han comentado a la web Politico, que «este momento coincide con el primer aniversario de la muerte de Bin Laden», a la que se espera que Obama haga referencia en su discurso en Bagram ante las tropas.
Incidentes como la quema de coranes en la base estadounidense de Bagram en febrero detonaron una serie de letales protestas que culminaron incluso en una disculpa del propio Obama.
Semanas después, el sargento Robert Bales masacró a 17 civiles afganos en Kandahar y actualmente se encuentra pendiente de juicio en EEUU sin que los interrogadores afganos hayan podido acceder a él, por no mencionar las numerosas víctimas civiles en operaciones de bombardeo de la OTAN, o diversos actos denigrantes como las fotografías de tropas estadounidenses orinando sobre los cuerpos sin vida de afganos, como se pudieron ver el pasado mes de enero.
RELACIÓN A LARGO PLAZO
El acuerdo estratégico, de nueve páginas, cubre las futuras relaciones con Afganistán cuando se retiren oficialmente las tropas estadounidenses en el ámbito de las relaciones económicas, de seguridad y de gobierno. A grandes rasgos, el acuerdo garantiza a Kabul que Estados Unidos no abandonará al Gobierno afgano tras el fin de las operaciones de combate, y compromete a Washington a guiar el desarrollo político y militar de Afganistán hasta 2024.
«Afganistán y Estados Unidos se comprometen al fortalecimiento de la cooperación estratégica a largo plazo en áreas de interés mutuo, entre las que se incluyen el avance en la paz, el fortalecimiento de las instituciones del estado, el apoyo del desarrollo económico y social de Afganistán a largo plazo y la cooperación regional», según el preámbulo del acuerdo, recogido por McClatchy.
Además, el pacto estratégico de seguridad concederá a Afganistán el estatus sin precedente de, según fuentes oficiales bajo el anonimato a Reuters, «socio principal de Estados Unidos fuera de la OTAN». A cambio, Kabul proporcionará a Estados Unidos «acceso continuo y uso de sus instalaciones» para la lucha contra la red terrorista al Qaeda y sus afiliados.
La firma de este pacto llega después de que el Gobierno afgano y la OTAN hayan limado durante las pasadas semanas las últimas asperezas con los acuerdos alcanzados sobre el control de las traumáticas incursiones nocturnas en las residencias afganas que hasta ahora realizaban las fuerzas estadounidenses, o el traspaso de las competencias sobre el control de los presos.
Con 90.000 soldados, Estados Unidos es el principal contribuyente de tropas a la fuerza de la OTAN en Afganistán para una guerra que hoy en día es rechazada por un 72 por ciento de los estadounidenses, según la última encuesta de CNN. El conflicto se ha cobrado la vida de más de 2.700 soldados de la OTAN, la mayoría estadounidenses.