El jefe de la Misión de Supervisión de Naciones Unidas en Siria (UNSMIS), el general noruego Robert Mood, ha instado a través de un comunicado al Gobierno y a la oposición del país árabe a permitir que los civiles abandonen las zonas de combate «sin condiciones previas».
«Hago un llamamiento a las partes para que tomen medidas inmediatas para acabar con el dolor de los sirios atrapados por la violencia. Deben permitir a ancianos, mujeres, niños y heridos que abandonen las zonas conflictivas sin condiciones previas», ha dicho.
Para ello, ha subrayado, «es necesaria la voluntad de ambas partes de respetar y proteger la vida humana del pueblo sirio». «Deben reconsiderar su posición para garantizar la seguridad (de los civiles)», ha apuntado.
Además, Mood ha indicado que, una vez que Gobierno y oposición expresen su deseo de cooperar en este sentido, «la UNSMIS estará lista para supervisar la evacuación» de los civiles.
En concreto, el general noruego se ha referido a la situación humanitaria en la ciudad de Homs, epicentro de la violencia, aseverando que los esfuerzos del personal de la ONU para alejar a los civiles de los combates han sido infructuosos.
El pasado sábado, la UNSMIS anunció la suspensión de sus operaciones debido a la escalada de violencia que ha sufrido el país árabe en las últimas semanas. Si bien, Mood apuntó que la suspensión será revisada diariamente con el fin de reanudar las operaciones en cuanto se den las condiciones adecuadas.
El Consejo de Seguridad de Naciones Unidas creó la UNSMIS el pasado mes de abril con el objetivo de supervisar el cumplimiento del plan de paz de seis puntos propuesto por el enviado de la ONU y la Liga Árabe a Siria, Kofi Annan.
El plan de paz contempla el cese de la violencia, el acceso de las agencias humanitarias a las zonas en conflicto y de la prensa internacional al país, la liberación de los detenidos y el inicio de un diálogo político para abordar las aspiraciones del pueblo sirio,
Desde que comenzó el conflicto, en marzo de 2011, Naciones Unidas calcula que unas 10.000 personas han muerto, en su mayoría civiles, y decenas de miles se han visto obligadas a abandonar su lugar de residencia a causa de los enfrentamientos entre las fuerzas de seguridad y los rebeldes.