Los libios votan este sábado en las primeras elecciones libres en más de 50 años en medio de un clima de violencia y caos ante la imposibilidad del Consejo Nacional de Transición de controlar a las milicias rebeldes que expulsaron en agosto de 2011 a Muamar Gadafi del poder tras 42 años como líder de Libia.
Los electores, unos 2,7 millones inscritos, deben elegir a un Parlamento formado por 200 personas que tendrán que designar un Gobierno que sustituya al Consejo Nacional. La mayor parte de los 3.700 candidatos, entre ellos más de 600 mujeres, promueven la defensa de la ley islámica.
La nueva Asamblea debía además elegir a los miembros de una comisión que redactase una nueva Constitución para el país, pero el jueves las autoridades libias aseguraron que este organismo también sería elegido de forma directa por la población.
El Parlamento contará con partidos que ocuparán sus escaños según los votos conseguidos, pero también se presentan candidatos independientes que tendrán que conseguir mayoría simple para ocupar un escaño. Además, la ley electoral reserva algunos puestos para las mujeres, por lo que tendrán cierta presencia en la configuración de la nueva Constitución.
En muchos votantes confluyen el interés por votar en unas elecciones con el miedo a que los comicios estén marcados por la influencia de las milicias. Tarek Mabruk, que dirige una tienda en Trípoli, ha calificado el acontecimiento como un «nuevo comienzo». «Esperamos que todo vaya bien para que podamos avanzar», ha indicado.
Aunque los comicios pretenden dar más poderes al gobierno que surja de las urnas, el temor a que la violencia impida a los libios ir a votar en libertad pone en peligro la legitimidad del nuevo Ejecutivo. En algunas regiones del sur, como en Kufra, la violencia entre las comunidades es tan amplia que los observadores serán incapaces de trasladarse para comprobar la votación.
Autonomía y violencia
Sin embargo, otro de los problemas en Libia son las reclamaciones de mayor autonomía. Varios dirigentes del este de Libia, de la provincia de Cirenaica –con Benghazi como capital–, han pedido un mayor poder frente a Trípoli. La semana pasada, un grupo de manifestantes asaltó un centro de votación para pedir una separación mayor de las provincias.
El Consejo Nacional de Transición se ha visto incapaz de contener a las milicias y los enfrentamientos entre grupos rivales. El mes pasado, un grupo insurgente ocupó el aeropuerto en Trípoli para demandar la liberación de un dirigente local que supuestamente había sido detenido por las fuerzas de seguridad.
Aunque estos incidentes están retrasando la llegada de inversiones extranjeras, varios observadores indican que la economía libia se ha recuperado mejor de lo esperado. La producción de petróleo se encuentra en niveles parecidos a los de antes del conflicto, con 1,6 millones de barriles al día.
El enviado de la ONU para Libia, Ian Martin, aseguró el mes pasado que «el día a día sigue en Libia». «Cuando pones a Libia en el contexto junto a otros países que han superado un conflicto, el vaso está medio lleno en vez de medio vacío», aseguró.
Estrella Digital/EP