martes, noviembre 26, 2024
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Paliwood, el laboratorio fotográfico de las mentiras contra Israel

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Unas veces es una película en cinemascope con 3D, como la historia de Mohammed Al Durá o los muertos de Jenín. Otras veces resulta ser una niña con dermatitis dolorosa cuya imagen se reparte por doquier y se describe (esas «fuentes palestinas») explicando que se trata de una criatura atacada con el «fósforo blanco» que los israelíes usan sobre las criaturas. Pero siempre es Paliwood. Acomodémonos pues esta vez en butacas de primera fila: Paliwood ha iniciado la proyección del pase habitual.

La guerra en los medios internacionales ha sido así manipulada

Con todo el respeto a los muertos verdaderos y los heridos reales, y no sin lástima por el bebé del camarógrafo de la BBC muerto en Gaza, de nuevo vemos una guerra paralela, la de los medios de comunicación, mentiras que Paliwood (el Hollywood palestino) extiende para deslegitimar a Israel y dar pena con la población civil palestina. La guerra en los medios internacionales ha sido así manipulada; su origen, según algunas cabeceras, habría sido la decisión israelí gratuita de eliminar a Ahmed Jabari, responsable del ala militar de Hamás. A partir de ahí vendrían el lanzamiento de misiles y la escalada. Pero como alguien que viene siendo testigo de los acontecimientos, la eliminación selectiva se produjo sólo después de que el sur de Israel se transformara en la galería de tiro de Gaza, con los civiles israelíes como dianas. Contra toda evidencia ya y con el apoyo de las ONG palestinas de siempre (financiadas por nosotros, inocentes europeos, según el nuevo informe de la financiación pública de las ONG anti-Israel) se sustenta la acusación de que Israel ataca a civiles, no a Hamás.

El medio favorito vienen siendo las fotos manipuladas: un tal Adam Chandler de Tablet Magazine recoge al desesperado padre de un niño muerto en sus brazos, que habría ocurrido bajo fuego israelí. La foto es lamentablemente real, menos en que pertenece a un episodio acaecido en Siria. Otro «documento» de los ataques israelíes aparece en la BBC: un hombre con una chaqueta beige y camiseta es fotografiado muerto en el momento 2.11 hace 3 días. Lástima que no haya otra foto del momento 2.44, que es cuando el mismo personaje se levanta y camina. Los muertos vivientes vieron su secuencia original más célebre filmada por un vehículo no tripulado en 2002 en Jenín: la ciudad de origen de muchos ataques terroristas fue sitiada con 52 muertos palestinos y 40 muertos israelíes. Una batalla en toda regla. Pero la propaganda palestina anunció a los cuatro vientos que había 1.000 muertos, «una masacre», dijo el enviado de la ONU Terje Larsen, «como la de Srebrenica». La prensa presente en el lugar no vio nada, bastaba con creer a «fuentes palestinas» sin comprobar nada. Después de «la masacre», un funeral traslada en volandas a un muerto en camilla, cubierto con una tela verde. Pero la tabla escora demasiado, por lo que el muerto se ve obligado a dar un brinco sembrando el pánico. The Walking Dead.

La prensa presente en el lugar no vio nada, bastaba con creer a «fuentes palestinas»

Paliwood es imaginativa: tenemos a «niña palestina que lava sangre de su hermano» (2010, blog de Noam Abed) en vez de «Imagen cotidiana del matadero de Ramala»; a un padre que según el enviado de la ONU Julud Badawi lleva a su hijo muerto al cementerio, pero resultó ser Irak; a una niña de 4 años, Asil Ara’ra, muerta por bala perdida, pero en Yemen, sin Israel; a una criatura que dibuja con un lápiz sujeto al muñón en un hospital, pero de Oakland…

Las supuestas atrocidades israelíes cometidas contra niños vienen apareciendo desde 2002, plena intifada, desde que Charles Enderlain, de la televisión francesa, sin haber aparecido por el lugar y sólo con el fotoperiodismo, se sacó a Mohammed Al Durá y se convirtió en el epítome de la crueldad israelí. Un niño que muere en las rodillas de su padre, blanco de los soldados del mal. Estudios alemanes, franceses y norteamericanos demuestran que Mohammed está vivo, y que en cualquier caso no hay pruebas de que su muerte se hubiera debido a los israelíes.

Quien le echa una mano a Paliwood es Hezboliwood: recuerdo durante la Guerra del Líbano (2006) una ambulancia con agujeros de bala en el techo en una ficción elevada a la categoría de arte; fotos de la misma familia mudada entre distintas ruinas humeantes, junto a los mismos juguetes fotografiados aquí y allá. El humo negro de la explosión en Beirut, Photoshop que costó el puesto a un fotógrafo de la agencia Reuters.

¿Hemos aprendido algo de todo esto? ¿O seguimos escribiendo lo de «fuentes palestinas»?

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