Irak celebra este sábado elecciones locales, las primeras desde la retirada del país del grueso de las tropas estadounidenses, en medio de un ambiente de alta tensión sectaria y extrema violencia donde la coalición del primer ministro chií, Nuri Al Maliki, ha proclamado que se hará con la victoria a pesar de las críticas, tanto domésticas como internacionales, por su reciente anulación de los comicios en dos provincias de mayoría opositora. Las elecciones tienen lugar en una semana marcada por el atentado del pasado jueves en Bagdad, que ha dejado por el momento al menos 30 muertos y 65 heridos, y tras los asesinatos en los últimos dos meses de al menos 13 candidatos, todos ellos suníes, en ataques que podrían haber sido perpetrados, como sospechan familiares y compañeros de los fallecidos, por orden de sus rivales políticos.
En juego están 450 escaños para los que compiten más de 8.100 candidatos pertenecientes a 256 entidades políticas. Las elecciones se desarrollarán en 12 de las 18 provincias de Irak. De las seis excepciones, cuatro son habituales: las tres provincias que conforman la región semiautónoma del Kurdistán iraquí –donde los comicios se celebrarán a finales de año– y en la provincia étnicamente dividida de Kirkuk, en la que no se celebran comicios desde 2005 tras la imposibilidad de las diferentes comunidades que la forman (kurdos, árabes y turcomanos) para alcanzar un acuerdo.
Sin embargo, el aplazamiento de las elecciones en Anbar y Nínive ha sido fruto de una decisión de Al Maliki que ha provocado el rechazo inmediato de la oposición. Ambas provincias son de mayoría suní y foco de las principales protestas contra el primer ministro chií, por lo que la oposición percibe que Al Maliki está intentando eliminar a un amplio porcentaje de los votantes en su contra.
El primer ministro ha motivado su decisión en que el peligro de atentado es elevado y las fuerzas de seguridad todavía no están preparadas para garantizar la seguridad de los votantes, pero los grupos suníes, Estados Unidos y la comunidad internacional han pedido sin éxito la celebración de los comicios en ambas provincias.
Confianza internacional
Frente a estos temores, Naciones Unidas recuerda que estos comicios se realizarán bajo una extraordinaria vigilancia: más de 240.000 voluntarios –la mayoría activistas políticos– que se suman a 271 observadores internacionales registrados, y más de 2.000 periodistas acreditados, entre ellos 170 extranjeros.
A ello hay que sumar 15 expertos electorales dependientes de la Misión de Asistencia de Naciones Unidas para Irak (UNAMI) a las órdenes del representante especial de la ONU para el país árabe, el diplomático alemán Martin Kobler, quien reiteró su petición para que Al Maliki celebre finalmente los comicios en Anbar y Nínive. «La situación allí no es la ideal, pero el Gobierno debería celebrar los comicios en ambas provincias lo antes posible», indicó a la emisora Voice of America.
Naciones Unidas está más preocupada por la violencia. Al masivo atentado del jueves se suma la muerte este viernes de al menos siete feligreses a causa de un ataque con morteros contra una mezquita suní de la provincia de Diyala, al noreste de Bagdad, durante la oración del Viernes, según ha informado la Policía.
«Desde luego que la situación es muy difícil», reconoció Kobler. «El deber del Gobierno es crear una atmósfera en la que votantes y candidatos acudan a las urnas sin miedo ni intimidación», añadió.
La ONU recuerda que más de 700.000 miembros de las fuerzas de seguridad, entre Policía y Ejército, votaron sin incidentes por anticipado la semana pasada, pero en modo alguno se puede comparar a lo que sucederá mañana. «Esa (la votación de la semana pasada) no era la verdadera prueba», declaró Kobler. «Aquél día solo abrieron 1.800 colegios electorales. Mañana (por el sábado) tendremos a 13,5 millones y medio de iraquíes en 5.000 colegios electorales que tienen que votar en paz y seguridad», añadió.
Escenario político
Para el analista del Centro de Estudios Estratégicos e Internacionales, Anthony Cordesman, los ataques suponen un nuevo esfuerzo para deteriorar la unión entre las diferentes confesiones del país. «La polarización entre suníes y chiíes se está convirtiendo en el problema más serio de los comicios, mucho más que el retraso de su celebración en algunas zonas», declaró a VOA.
Este fenómeno, alimentado por la violencia suní de Al Qaeda, centrada en grupos chiíes, se une a la fragmentación de los grupos políticos suníes contrarios a Al Maliki, merced a maniobras políticas del primer ministro, que cuenta con el respaldo de la gran superpotencia chií de la región, Irán.
Junto a Estado de Derecho –la coalición de Al Maliki, que hace campaña bajo la denominación Construcción y Resolución– compite el bloque suní Al Iraquiya del ex primer ministro Iyad Alawi, vencedora por votos de las últimas elecciones generales de 2010, pero carente de poder ejecutivo por las argucias del primer ministro.
La posición de Al Maliki no es especialmente ventajosa. Recientemente se ha enfrentado al boicot de 17 ministros de su Gobierno, y no solo ha alienado a los suníes, sino a parte de su comunidad chií, como al influyente clérigo Muqtada al Sadr o al poderoso Consejo Supremo Islámico de Irak (CSII), que lidera Amar al Hakim. Sin embargo, también ha trazado alianzas con organizaciones escindidas de los bloques anteriores: la división saderista Asaib Ahl Al Haqq, o la Organización Badr, que hasta hace poco formaba parte del CSII.
Además, Alawi ha perdido al vicepresidente suní, Tarik al Hashemi –a la fuga por cargos de terrorismo–, y el apoyo de otras prominentes figuras suníes, como el presidente del Parlamento, Usama al Nuyaifi, que comparece a estos comicios por su cuenta. La exclusión de Anbar y Nínive, la aparición de nuevas y poderosas figuras tribales, y el resurgir de las milicias suníes hacen casi imposible el éxito de la apuesta electoral del ex primer ministro.
Tal y como está la situación, Cordesman pide que no se exagere la relevancia de las elecciones. En este escenario, «solo serán importantes si los resultados demuestran que realmente existe una oposición potente contra Al Maliki. Y tal cosa es posible», remachó.