lunes, noviembre 25, 2024
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EEUU pierde los papeles

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En su famosa guerra contra el terrorismo Estados Unidos ha perdido los papeles. No sólo los papeles del ex analista Edward Snowden, refugiado ahora en Rusia. El último episodio del caso son las revelaciones de espionaje masivo por la Agencia de Seguridad Nacional (NSA) de las comunicaciones en el territorio de Estados como Brasil, México, Alemania, Francia, y al parecer también España. Estados Unidos rechaza dar explicaciones sobre el asunto en el plano bilateral, en diversos foros, en grupos de trabajo con instituciones comunitarias, o ante el Parlamento Europeo (Comisión de libertades), adonde ha llegado también el tema. Este Parlamento ha adoptado el 23 de octubre una resolución que propone la suspensión del “acuerdo de transmisión de ciertos datos financieros” de la Unión Europea con los Estados Unidos, como reacción al hecho de que este espió también la red Swift que operaba en el marco de dicho acuerdo, suponiendo por tanto su violación grave.

El escándalo tiene varios niveles porque no sólo es un problema de espionaje de las comunicaciones en general, “que afecta a la vida privada de los ciudadanos franceses” –como alegó François Holland en una comunicación con Barack Obama- sino que están incluidos los gobiernos –y sus políticas- y al menos en el caso de Francia, el espionaje en embajadas, concretamente en la embajada de Francia ante la O.N.U. en Nueva York y en Washington según una de las notas secretas de la NSA divulgadas.

Estos últimos casos no sólo suponen la violación de normas generales sobre relaciones amistosas y de buena fe entre Estados soberanos sino también, probablemente, implican la violación de la Convención de Viena sobre Relaciones Diplomáticas, de 1961, según la cual las representaciones diplomáticas de los Estados ante otros Estados gozan de inmunidad, una inmunidad necesaria para el ejercicio de sus funciones con seguridad. El artículo 27 de esta convención protege la libertad de las comunicaciones señalando que “el Estado receptor permitirá y protegerá la libre comunicación de la misión para todos los fines oficiales” y que “la correspondencia oficial de la misión es inviolable”. Al introducir a distancia dispositivos electrónicos en los ordenadores de la legación diplomática francesa con objeto de espiar (mediante un código especial) se ha producido una violación de la libertad de comunicación y una infracción del correspondiente deber de protección.

Teniendo en cuenta el interés especial de los Estados Unidos en defender la vigencia de las normas internacionales sobre las relaciones diplomáticas y consulares, este fenómeno de espionaje indiscriminado, además de suponer una masiva ilegalidad internacional, va en contra de los intereses a largo plazo de los Estados Unidos, tradicionalmente afectados por ataques a sus sedes diplomáticas y consulares, cuya seguridad es considerada algo prioritario.

Pero es que además las notas secretas de la NSA divulgadas por Snowden reflejan cómo el espionaje cometido fue de utilidad a los Estados Unidos para cuestiones como facilitar la adopción de decisiones por parte del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas en la imposición de sanciones a Irán. Hasta ahora el Gobierno francés se ha limitado a llamar a consultas al embajador estadounidense en París. El alcance del fenómeno es tan mayúsculo que una medida que es posible adoptar, como declarar persona non grata al embajador de los Estados Unidos en Francia, quedaría ridícula. Estas revelaciones muestran un patrón sistemático de espionaje sobre varios países que va más allá de la lucha contra el terrorismo internacional, que es la excusa, y que hace irrespirable en estos momentos el ambiente diplomático internacional. El espionaje del móvil de Angela Merkel es la gota que colma el vaso.

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