La antigua becaria de la Casa Blanca Monica Lewinsky ha roto su silencio en un artículo en el que proclama que «es hora de quemar el vestido azul» que tan popular se hizo cuando, a mediados de los noventa, se destapó su relación con el entonces presidente estadounidense, Bill Clinton.
Lewinsky ha permanecido apartada de los focos en la última década y ahora reaparece con un artículo en la edición norteamericana de la revista Vanity Fair titulado Vergüenza y supervivencia y que saldrá a la luz íntegro el próximo jueves, en la edición digital de la públicación.
Lewinsky, que ahora tiene 40 años, ha dicho que habla para «tener su cabeza alta» y ha negado que haya permanecido callada porque los Clinton la hubiesen sobornado. En este tiempo, y especialmente tras el escándalo, ha rechazado ofertas de «más de 10 millones de dólares» para explicar lo que ocurrió.
Ahora «es momento de quemar la boina y enterrar el vestido azul», escribe, al referirse a dos de los símbolos con los que el imaginario estadounidense la asocia.
Sobre su relación con Clinton, dice «lamentar» lo ocurrido pero subraya que fue «consensuada», independientemente de que él fuera el jefe y ella la empleada. «Los posibles abusos vinieron después, cuando me hicieron el chivo expiatorio para proteger su posición», apunta, acusando tanto a medios de comunicación como políticos.
Impulsos suicidas
Lewinsky sacó partido a su fama para vender bolsos o productos de dieta y, en 2002, apareció en un especial sobre el escándalo emitido por la cadena HBO. Un año después, presentó un programa de citas, pero decidió cambiar de vida en 2005 para obtener un máster en Psicología Social en una universidad de Londres.
La exbecaria se decidió a reaparecer a raíz de que un estudiante universitario, Tyler Clementi, se suicidase en septiembre de 2010 después de que se hiciese público el vídeo de la relación mantenida con otro hombre. Según Lewinsky, esta historia le recordó a la suya propia y los impulsos suicidas que ella misma experimentó por la vergüenza.
«Quizás al compartir mi historia, pensé, podría ayudar a otras personas en los momentos de humillación. La pregunta era: ¿cómo puedo dar una objetivo a mi pasado?», explica.