La Alianza Atlántica está revolucionada. Su cuartel general en Bruselas bulle de actividad preparando la cumbre de jefes de Estado de septiembre en Cardiff (Reino Unido) y sobre todo por Ucrania, que ha trastocado agendas, prioridades y provocado algo parecido a un desconcierto hiperactivo. Un falso ambiente de guerra fría lo empaña todo. “No podemos no reaccionar”, responden sus responsables ante diferentes temas.
En las primeras tres semanas de mayo, la OTAN ha realizado importantes maniobras en Lituania y en Menorca. Su secretario general ha visitado Rumanía, Eslovaquia, Estonia y Polonia. Más: los jefes de Estado Mayor se reúnen esta semana en el segundo Comité militar del año (días 21-22), y allí estará el almirante español Fernando García Sánchez. Los ministros de Defensa compartirán mesa a comienzos de junio… La organización vive una actividad desconocida desde las operaciones en Libia (2011) o Kosovo (1999).
Su secretario general, Fogh Rasmussen, declaraba a principios de mes que la anexión de Crimea por parte de Rusia era un punto de inflexión en política de seguridad comparable a la caída del Muro de Berlín o a los atentados del 11 de septiembre de 2001 en Nueva York. “Debemos reaccionar. No podemos seguir como hasta ahora”, dice el secretario general saliente –ya se ha elegido a su sucesor, un ex primer ministro noruego- en probable exageración para que quede más claro el mensaje.
A continuación, algunas claves de la hiperactividad aliada y otros temas relevantes que corren el riesgo de ser enterrados por la actualidad, a partir del contacto directo con responsables y portavoces de la OTAN en Bruselas.
Maniobras en Menorca y Lituania
Los ejercicios militares en el país báltico, con el nombre de “Steadfast Javelin 1” (Jabalina concluyente 1) han concentrado a 6.000 militares de ocho países, con una importante presencia de EEUU y Reino Unido, con el objetivo declarado de poner a prueba la defensa colectiva y entrenar a unidades estonias. Los países de la OTAN acordaron en abril reforzar los despliegues por mar, aire y tierra en los países bálticos, Rumanía y Polonia, incluidos más ejercicios militares, para darles más garantías de protección tras la anexión de Rusia del territorio ucraniano de Crimea.
La Alianza tiene definida su estrategia en torno a tres ejes: defensa colectiva, gestión de crisis y seguridad cooperativa
En Menorca 1.400 militares de 20 nacionalidades, 150 vehículos y un millar de ordenadores han participado en el ejercicio “Trident Jaguar 14” que ha servido para certificar el Cuartel General Terrestre de Alta Disponibilidad de Bétera (Valencia) como cuartel general de fuerzas conjuntas de la OTAN. Las maniobras pretendían adiestrar y evaluar la capacidad del Cuartel y de la Fuerza Naval de Ataque y Apoyo de la OTAN para desplegarse, con rapidez, en respuesta a una crisis en cualquier parte del mundo. El ejercicio se desarrollaba en un escenario ficticio en el que un país miembro de la Alianza Atlántica invoca el artículo 5 del Tratado del Atlántico Norte, según el cual un ataque armado contra una o más de las naciones miembro será considerado como un ataque contra el conjunto de la Alianza.
La agenda de Cardiff, trastocada
La cumbre de Cardiff del próximo mes de septiembre iba a ser la del 65 aniversario de la Alianza, del centenario de la Primera Guerra Mundial, de los 25 años de la caída del muro de Berlín, de los aniversarios de su expansión hacia el este (quince años del ingreso de Hungría, Polonia y República Checa; diez años del ingreso de Bulgaria, Eslovaquia, Eslovenia, Estonia, Letonia, Lituania y Rumanía; cinco años del ingreso de Croacia y Albania); iba a ser la cumbre del fin de la operación ISAF en Afganistán, que ha dado alta visibilidad a la organización durante una década a un coste humano y económico muy elevado; cumbre para insistir en la smart defence, hacer más o lo mismo con presupuestos a la baja… Ucrania hoy lo tapa todo.
Portavoces acreditados de la OTAN -también Obama y Merkel- han señalado que no hay solución militar a esta crisis, sino política, salvo el caso improbable de un ataque militar ruso contra un Estado miembro de la Alianza. El nerviosismo de la OTAN debe interpretarse entonces bajo el concepto de la disuasión.
La Alianza tiene definida su estrategia en torno a tres ejes: defensa colectiva, gestión de crisis y seguridad cooperativa. A la defensa territorial de la guerra fría, que amenaza con volver, siguió la seguridad cooperativa en la década de los 90 y la proyección de la seguridad fuera de territorio OTAN con el nuevo siglo (Afganistán, Libia), más las relaciones crecientes con socios (partenariados con países y también con el Mediterráneo, Naciones Unidas o la UE). En este último eje, muy potenciado durante los últimos años, se inscribe las relaciones con Rusia y Ucrania.
La OTAN firmó en 1997 un acta de asociación con Rusia y en 2002 se crea el Consejo OTAN-Rusia, hoy congelado. La sorpresa relativa con Rusia se ejemplifica en las alusiones de los responsables de la OTAN a la psicología de Putin, no hacen referencia a geopolítica, lo que acerca el debate al terreno de los kremlinólogos, aquellos expertos en la URSS que analizaban la colocación de los líderes soviéticos en las fotografías a falta de mejor información.
En la OTAN son conscientes del peligro de dejarse llevar por una falsa guerra fría
La versión oficial cuenta que Rusia garantizó la integridad territorial de Ucrania cuando este país renunció al armamento nuclear en 1994, que el expresidente ucraniano Yanukóvich abandonó el barco en febrero, que la expansión de la OTAN hacia el este sigue siendo válida (de los 28 miembros, 12 pertenecieron al Pacto de Varsovia, precisamente los que defienden posturas más duras contra Rusia), y que la actual crisis incluso puede despertar algún interés escandinavo por la Alianza, y por ahí siguen Georgia, Moldavia, Bielorrusia, Azerbaiyán, Armenia y otros territorios de hipotético ingreso. “Hemos tenido que reaccionar”, se insiste.
Ante el aparente retroceso de dos décadas e incluso la vuelta al escenario de bloques de buena parte del siglo XX, en la OTAN son conscientes del peligro de dejarse llevar por una falsa guerra fría, un escenario conocido y confortable, Rusia en lugar de la URSS, porque saben que el mundo es diferente: nuevos actores emergentes, nuevas tecnologías y nuevos usos. La urgencia hoy es ofrecer seguridad a los vecinos de Ucrania socios de la Alianza.
«Habrá más aviones en el aire, más barcos en el agua y más disposición en tierra», dijo Rasmussen en una rueda de prensa este lunes 19 tras una reunión del Consejo del Atlántico Norte –embajadores-, y volvió a insistir en que «una solución política es la única salida» a esta crisis.
Seguridad marítima: presencia creciente en el Mar Negro
La OTAN es una alianza político-militar con un océano en el nombre. Si la seguridad marítima siempre ha formado parte de su actuación, en los últimos años y a futuro cercano será aún más relevante.
A nivel teórico-práctico, en 2011 aprobó su Estrategia Marítima Aliada. Junto a la presencia habitual en el Mediterráneo desde el 11-S y en el cuerno de África a partir de 2008, actualmente bajo el mando de una fragata española, la Alianza está reforzando en las últimas semanas la presencia naval en el mar Báltico y prepara intensificar su actuación próximamente en el mismo Mar Negro que baña Crimea y la base naval rusa de Sebastopol.
Afganistán sin dramas
Si Kosovo a finales de los 90 disparó la actividad de la Alianza y rompió las rutinas heredadas y al parecer tranquilas de la destrucción mutua asegurada contra la URSS, Afganistán ha marcado la vida de la OTAN en la última década por la operación ISAF que finaliza el último día de 2014.
Aún permanecen 50.000 militares de 48 países (27 aliados), pero la OTAN está en plena fase de repliegue en la mayor operación logística desde la Segunda Guerra Mundial, que en los últimos dos años ha supuesto la repatriación de 95.0000 contendores, 59.000 vehículos y el desalojo de 800 bases (aún quedan otras 80).
El futuro, aunque incierto por las elecciones presidenciales afganas, pendiente su segunda vuelta para junio, ya está diseñado: una operación de asesoramiento y formación de fuerzas de seguridad que ya ha sido bautizada, “Resolute support”, que podría rondar los 10.000 efectivos. “No más drama”, dicen en la Alianza, con el significado de fin de los combates.
Existe el compromiso internacional de destinar 15.000 millones dólares en Afganistán entre 2015 y 2024
Expertos en Afganistán de la OTAN transmiten la imperiosa necesidad de que no decaiga el apoyo a este país, principalmente financiero, cuya ausencia podría dar al traste con el trabajo realizado durante años. Existe el compromiso internacional de destinar 15.000 millones dólares entre 2015 y 2024, cifra aparentemente elevada que empequeñece comparándola con el coste pasado del despliegue militar aliado.
Testosterona, arma de destrucción masiva
La violencia sexual es un arma de cualquier de guerra, no solo en África o en Nigeria, se practicó en los Balcanes y aparece en cualquier conflicto armado. La buena noticia es que la testosterona como arma de destrucción masiva quiere controlarse.
Una de las iniciativas más interesantes en marcha por parte de la OTAN y también sus socios -44 países en total- es la aplicación interna a todos sus procedimientos y actuaciones de la resolución de Naciones Unidas 1325 sobre mujer, paz y seguridad aprobada en 2000 y seguida desde entonces por otras seis resoluciones.
El objetivo es integrar la perspectiva de género en el funcionamiento de la Alianza y en las operaciones desde el mismo punto inicial del planeamiento, en la gestión de crisis y en misiones de paz; que se tenga en cuenta la creciente participación de la mujer como integrante de los ejércitos OTAN y también como víctima principal –junto con los niños- en los conflictos.
Los últimos avances en este tema se han producido este mismo mes de mayo, con la aprobación de una línea política en la que se han implicado los 28 países OTAN junto con socios preferenciales como Australia, Nueva Zelanda, Japón o Jordania, entre otros.
Existe vida más allá de Ucrania.