Las alarmas han saltado en una zona del Estado de Washington, al noroeste de Estados Unidos, ante el crecimiento espectacular de casos de un raro defecto de nacimiento en los niños.
Los niños nacen con una anomalía congénita llamada anencefalia (que etimológicamente quiere decir «sin cerebro»). Durante el desarrollo embrionario algo hace que las estructuras a partir de las cuales debería formarse el cerebro no se completen bien y el resultado puede ser una ausencia parcial o total del cerebro, el cráneo y el cuero cabelludo. Unos casos son menos graves y otros fatales.
Las autoridades sanitarias están desconcertadas e intentan determinar la razón por la cual se da tal exceso de casos precisamente allí, en tres pequeñas poblaciones como Benton, Yakima o Franklin, en las que se han dado cerca de una treintena de casos entre 2010 y 2013. Demasiados casos para tan poca población. Cuatro veces más que la media nacional.
Entre las hipótesis barajadas se encuentra el importante uso de pesticidas en la zona y/o la posible presencia de otros contaminantes (nitratos, metales,…) aunque nada está claro. Sin embargo, lo que parece evidente, ante la gravedad de lo que sucede, es que es urgente determinar con claridad la causa, a fin de que la «epidemia» de anencefalia en la zona no siga adelante.
Los investigadores del Departamento de Salud del Estado han investigado si en ésas poblaciones se da mayor presencia de algunos de los posibles factores de riesgo conocidos, más convencionales, pero no han visto que puedan explicar lo que sucede. Y se está preguntando a la población afectada acerca de los factores que ellos creen que pueden guardar relación con lo que pasa, más allá de las cuestiones que ya han considerado las autoridades, para intentar descubrir más posibilidades.
Se ha anunciado también la creación de un grupo de trabajo que investigará factores como , entre otros, los posibles altos niveles de exposición a pesticidas en la población. No en balde, no faltan precisamente estudios en la literatura científica que asocien la exposición a pesticidas con estos y otros defectos congénitos.
Sean o no los pesticidas una de las posibles causas, lo cierto es que la zona en cuestión destaca por la importancia económica de sus amplios cultivos de árboles frutales -manzanos, perales, cerezos…- generosamente fumigados. Y de hecho, al margen de la relación que pueda existir o no con el exceso de casos de anencefalia, es un hecho que en la zona está habiendo muchas quejas relacionadas con el uso de ésos productos químicos.
Últimamente mucha gente en ésa zona ha venido denunciando padecer síntomas como irritación de los ojos y las vías respiratorias, irritación y erupciones en la piel, dolores de cabeza, náuseas y vómitos, asociándolos a la exposición a pesticidas. Muchas veces por el flujo aéreo de pesticidas desde las zonas fumigadas.
Los condados en los que se han denunciado incidentes por ése flujo de los pesticidas son los ya citados de Benton, Yakima y Franklin (y otros vecinos como Adams, Chelan, Douglas y Grant).
La División de Manejo de Pesticidas del Departamento de Agricultura habría recibido más de 150 denuncias sobre violación de las leyes de manejo de pesticidas el último año (la mitad de ellas ligadas al desplazamiento aéreo de estos venenos).
En unas declaraciones públicas la responsable de salud del Estado de Washington, Kathy Lofy, reconocía que los problemas de salud denunciados podían tener que ver con el transporte de los pesticidas por el viento y señalaba la necesidad de asegurar la «protección de las personas frente a exposiciones innecesarias a los pesticidas»
Si se llegará a establecer un nexo claro entre las exposiciones a pesticidas que se dan en ésa zona, a través de diferentes vías, y lo sucedido con la anencefalia es algo que solo el tiempo dirá.