El presidente de Estados Unidos, Barack Obama, ha dibujado a grandes rasgos la política exterior que marcará la segunda mitad de su último mandato, basada en la desmilitarización y en hacer lo «correcto» tras una «larga temporada de guerras». El mandatario también confía en lograr cerrar Guantánamo, una de las grandes promesas con las que llegó a la Casa Blanca.
Obama ha pronunciado un discurso ante los cadetes de la Academia Militar de West Point, a quienes ha dicho que podrían ser la primera promoción que no termina destinada a una zona de guerra, a pesar de que las Fuerzas Armadas seguirán siendo «la columna vertebral» del «liderazgo» de Estados Unidos a nivel mundial.
La acción militar «no puede ser el único componente» de este liderazgo, habida cuenta de que no se trata sólo de «proteger al país» sino también «de hacer lo correcto y justo», ha explicado.
Obama ha dicho que Estados Unidos ha sido históricamente «el pariente fuerte para el resto del mundo. Ahora, la cuestión no tiene que ver con si seguirá como líder mundial, sino «cómo» lo hará, tanto para «garantizar la paz y la seguridad» en el país como a nivel mundial.
Sobre la posible utilización de la fuerza para resolver conflictos o atajar amenazas, el mandatario norteamericano ha matizado que la intervención unilateral sigue siendo una opción si es «necesario». Sin embargo, especialmente cuando no existe una «amenaza directa» contra Estados Unidos, el objetivo debería ser movilizar a «aliados» para emprender acciones colectivas.
«Tenemos que ampliar nuestras herramientas para incluir diplomacia y desarrollo, sanciones, aislamiento, llamamientos a las leyes internacionales y, sólo si es necesario, acciones militares multilaterales», ha añadido Obama, que ve en este tipo de aproximaciones conjuntas una forma más efectiva de actuación.
Nuevas amenazas
Desde la llegada de Obama a la Casa Blanca, Estados Unidos ha terminado la guerra en Irak y se prepara ya para salir de Afganistán, ha matado al líder de Al Qaeda, Usama Bin Laden, y ha mermado la capacidad operativa de esta organización terrorista en las zonas fronterizas entre Pakistán y Afganistán.
La amenaza, no obstante, no llega ahora de «un liderazgo de Al Qaeda centralizado», sino de una red «descentralizada» con numerosas filiales y simpatizantes. «Esto reduce la posibilidad de ataques a gran escala como el del 11-S, pero aumenta el peligro para el personal de Estados Unidos en el extranjero, tal como vimos en Benghazi», ha apuntado, en alusión al asalto al Consulado norteamericano.
También aumenta, según Obama, el peligro para «objetivos menos defendibles», como el centro comercial de Nairobi atacado el año pasado por la milicia somalía Al Shabaab.
Por otra parte, el presidente de Estados Unidos ha anunciado un plan de 5.000 millones de dólares para financiar programas en otros países y colaborar en la lucha internacional contra el terrorismo. En términos políticos, también ha prometido que trabajará para apoyar a los grupos que «ofrecen la mejor alternativa a terroristas y dictadores brutales», lo que se plasmará con un aumento de la ayuda a la oposición Siria.
Guantánamo
Obama llegó a la Casa Blanca con la promesa de cerrar Guantánamo bajo el brazo, pero la división en el Congreso ha bloqueado cualquier avance a este respecto. El mandatario, sin embargo, no se resigna, y así lo ha vuelto a manifestar en su discurso de este miércoles, en el que ha recordado que «los valores y las tradiciones legales estadounidenses no permiten la detención indefinida de personas».
«Lo que nos hace excepcionales no es desobedecer las normas internacionales y el Estado de Derecho», sino «nuestra voluntad para reafirmar ambos aspectos mediante nuestras acciones», ha subrayado Obama.