Los líderes del G-7, que celebran a partir de este miércoles una cumbre extraordinaria en Bruselas, ven «posibilidades políticas y diplomáticas» de lograr que Rusia detenga la desestabilización en Ucrania y resolver así la crisis que afecta a este país y por ello descartan de momento imponer nuevas sanciones a Moscú, según ha dicho el presidente del Consejo Europeo Herman Van Rompuy.
Por su parte, el otro anfitrión de la cumbre, el presidente de la Comisión, José Manuel Durao Barroso, ha anunciado que está dispuesto a organizar en Bruselas una reunión de alto nivel de coordinación de donantes a principios de julio y una conferencia internacional de donantes antes de fin de año para asistir a Ucrania.
La de Bruselas es la primera cumbre del G7 (grupo que reúne a Estados Unidos, Canadá, Japón, Reino Unido Francia, Italia y Alemania) en quince años. Sustituye a la reunión del G8 que estaba prevista en la ciudad rusa de Sochi. Las potencias occidentales decidieron el pasado marzo boicotearla y organizar un encuentro alternativo sin Rusia como represalia por la anexión por parte de Moscú de la región ucraniana de Crimea.
«La crisis en Ucrania y la actuación de Rusia son los auténticos motivos de la cumbre del G-7 en Bruselas en lugar de la cumbre del G-8 prevista originalmente en Sochi», ha resaltado Van Rompuy, que ha explicado que el objetivo de las potencias occidentales es hacer ver a Moscú que su intervención en Ucrania tiene un «coste».
La UE y el resto de países del G-7 -ha indicado el presidente del Consejo Europeo- prosiguen los preparativos para una nueva ronda de sanciones contra Rusia «si los acontecimientos lo requieren», pero ahora no prevén activarlas. «En este momento, consideramos que tenemos posibilidades políticas y diplomáticas para ver si Rusia está dispuesta a comprometerse más y detener la desestabilización en Ucrania», ha señalado.
«Es una evaluación que hacemos de forma regular, pero en este momento sólo continuamos los preparativos (de las sanciones)«, ha resaltado Van Rompuy.
Los líderes del G-7 reclaman a Rusia «que colabore con el presidente electo legítimo ucraniano (Petro Poroshenko) y que contribuya activamente a reducir la tensión, en particular retirando sus tropas de la frontera y utilizando su influencia en los separatistas armados en el este de Ucrania para que detengan su actuación ilegal y se desarmen, y que evite la entrada de militantes armados y de armas en Ucrania».
Al no abordar estas cuestiones, Rusia está contribuyendo al aumento de la violencia en las regiones del este», ha avisado Van Rompuy.
Pese a los primeros signos de distensión, las potencias occidentales todavía no se plantean la readmisión de Rusia en el G-7. «No se ha tomado ninguna decisión de excluir permanentemente a Rusia. La cuestión de cuándo Rusia puede volver al G-8 es todavía prematura. Serán los líderes los que tendrán que acordar cuando y si Rusia ha cambiado suficientemente su actuación», ha explicado Van Rompuy.
Conferencia de donantes y paoyo a Ucrania
Para la UE es prioritario dar apoyo económico y diplomático al Gobierno ucraniano para que pueda estabilizar el país. Para ello ya ha desembolsado 850 millones de euros del paquete de ayuda de 11.000 millones aprobado, según ha explicado Barroso. Además, la Comisión está mediando entre Moscú y Kiev para poner fin a la guerra del gas. «La energía no debe usarse como arma política. El G-7 debe ser firme y animar a Rusia a deponer esta arma», ha apuntado.
El presidente del Ejecutivo comunitario ha dicho que es necesario coordinar el apoyo internacional a Ucrania. «Estamos dispuestos a organizar en Bruselas una reunión de coordinación de alto nivel de donantes internacionales a principios de julio y una conferencia internacional de donantes antes de final de año», ha anunciado.
Además, la UE firmará los capítulos económicos y sociales del acuerdo de asociación con Ucrania en la próxima cumbre del 26 y 27 de junio. En ese momento se firmarán también los acuerdos con Moldavia y Georgia