Al menos 27 personas han muerto en el ataque perpetrado este domingo por milicianos del movimiento talibán en el Aeropuerto Internacional Jinnah de Karachi, el mayor aeródromo de Pakistán, situado en el sur del país.
El asalto contra este aeropuerto, que da servicio a 18 millones de personas, ha supuesto un duro golpe para las negociaciones de paz que mantienen los talibán y el Gobierno que lidera el primer ministro paquistaní, Nawaz Sharif, que llegó al poder en 2013 con la promesa de encontrar solucionar con la negociación un conflicto que ha supuesto décadas de violencia.
El asalto comenzó poco antes de la medianoche cuando diez hombres armados vestidos con uniformes militares abrieron fuego en la terminal más antigua del aeródromo, utilizada para vuelos charter y de ejecutivos. Entonces se originaron unos tiroteos con las fuerzas de seguridad, que consiguieron retomar el control del aeródromo al amanecer. Los pasajeros han sido evacuados y todos los vuelos han sido redirigidos a otras localidades.
El movimiento talibán paquistaní ha reivindicado la autoría de este ataque y ha asegurado que las respuesta a los ataques de las Fuerzas Armadas de Pakistán contra sus posiciones en la frontera con Afganistán.
«Es un mensaje al Gobierno paquistaní para que sepa que estamos todavía vivo y reaccionamos al asesinato de personas inocentes en bombardeos contra sus localidades», ha afirmado un portavoz de los talibán paquistaníes identificado como Shahidulá Shahid.
Los Rangers, un cuerpo paramilitar que depende del Ministerio del Interior, ha asegurado que el asalto ha sido obra de milicianos de etnia uzbeka. Durante el asalto, se han registrado al menos tres potentes explosiones provocadas por terroristas suicidas.