lunes, noviembre 25, 2024
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La tortura como hábito de Gobierno en Venezuela

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Los órganos de seguridad en Venezuela han llegado a privar de libertad a 3.180 personas en distintas protestas públicas desde el 4 de febrero hasta el 15 de junio de 2014. De ellas, 223 son menores de edad, según el último informe del Foro Penal Venezolano. A este panorama de la represión del gobierno, se suman los 30 casos de tortura documentados por el Centro de Derechos Humanos de la Universidad Católica, Andrés Bello, esas denuncias han puesto de manifiesto “ciertos patrones preocupantes y cuyo tamaño no es mayor debido a la dificultad de persuadir a muchas víctimas de brindar su testimonio”.

La fase más cruel y despiadada del chavismo la ponen en práctica los policías y militares cuando les disparan a las víctimas o las torturan. Eso está ocurriendo hoy en Venezuela y ocurrió también en 2004, cuando la oposición se volcó a las calles para exigir un referéndum revocatorio del mandato de Hugo Chávez que finalmente ganó el oficialismo con un amplio margen. Golpear a las víctimas con el casco de reglamento, humillarlas con vejámenes de tipo sexual, tortura psicológica y violencia corporal con diferentes técnicas son las constantes de un poder que se ufana de la etiqueta de Socialismo del Siglo XXI, un sistema que reduce al sujeto opositor a su mínima expresión. El libreto lo importaron de la dictadura cubana.

El caso más reciente ocurrió el pasado 12 de junio en Caracas, a Jheremy Lugo lo detuvo un piquete de la Guardia Nacional y a los minutos le dispararon a quemarropa. En el vídeo podemos observar al muchacho que, aún con la dignidad en la boca, les pregunta por qué razón le han hecho eso. De inmediato lo trasladaron al hospital del ejército (y no en una ambulancia, sino en una patrulla) con el fin de aislarlo de sus propios familiares y ocultarlo de los medios de comunicación, de esos pocos que aún tratan de ejercitar un periodismo responsable frente a la ciudadanía. Dispararles a las piernas a las víctimas es una práctica habitual de los cuerpos de seguridad del gobierno venezolano.

Con lo que no contaban ni el gobierno represivo ni sus esbirros, es con que el reportero Jesús Medina Ezaine había grabado la secuencia del chico justo cuando se lo llevan y luego cuando aparece herido, tumbado sobre el pavimento. Esa tarde, los militares de la Guardia Nacional habían detenido también a 4 reporteros gráficos que cubrían las manifestaciones. Medina, corresponsal de lapatilla.comCNN y NTN24, contó a ESTRELLA DIGITAL que decidió publicar el vídeo en las redes sólo después de que pusieron en libertad a los colegas para evitarles vejaciones o maltratos físicos en las instalaciones militares. Salieron sanos y salvos, no sin antes de que les borraran las memorias de sus respectivas cámaras.

En Venezuela, la oposición política está sometida a un procedimiento de aniquilación simbólica, por un lado los esbirros del oficialismo se encargan de criminalizar las manifestaciones porque para ellos no hay gente indignada o descontenta sino terroristas. Por el otro, les son arrebatadas las posibilidades de denuncia y memoria colectiva al constituirse en el gran controlador de los medios. Quedan las redes, pero tampoco están a salvo si tomamos en cuenta que la estatal de teléfonos de Venezuela está en manos del gobierno y de que no les ha temblado la mano cuando han bloqueado a Twitter o a los portales de aquellos medios incómodos para el Socialismo del Siglo XXI.

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