El 11 de marzo de 2011 se producía en Fukushima fue uno de los accidentes más peligrosos desde el de Chernobyl, Ucrania. Un terremoto y un posterior tsunami afectaron gravemente la central nuclear, situada en la costa noreste de Japón. El accidente acabó alcanzando un nivel 7 en la Escala Internacional de Eventos Nucleares, provocando la consecuente evacuación de la población de alrededor.
La radiactividad que se desprendió de este hecho sigue hoy en activo, hasta que consigan congelarse del todo las tuberías subterráneas. Y como la salud humana es lo primero y necesitan comprobar hasta qué punto sigue el peligro activo, han recurrido a los animales para ver las consecuencias que ésta produce.
En esta ocasión, los elegidos han sido los macacos. Una investigación publicada refleja que éstos tienen anormalidades sanguíneas, como un bajo número de glóbulos blancos y rojos y niveles reducidos de hemoglobina -la proteína que transporta el oxígeno en la sangre- y hematocrito. Esta situación se repite en todos aquellos monos que viven en regiones cercanas a la ciudad de Fukushima, algo que no aparece en aquellos pertenecientes a otras regiones.
Eduard Rodríguez Farré, experto en el tema, tiene su propia opinión: «Si tienes alterado el conteo de leucocitos puedes llegar a tener problemas de inmunidad, que pueden provocar mayor susceptibilidad a infecciones. Y a la larga puede degenerar en algún tipo de leucemia«, confesaba para El Mundo.