El expresidente de Ucrania Viktor Yanukovich cumple este domingo un año de exilio en Rusia tras escapar de su país durante las últimas horas de lo que denunció como un golpe de Estado perpetrado por «opositores con ayuda extranjera» y que doce meses después ha evolucionado a un conflicto armado en el este del Ucrania entre Kiev y separatistas prorrusos.
A día de hoy todavía no existe un relato claro de los últimos momentos de Yanukovich como presidente de Ucrania. El 21 de febrero, presidente y oposición alcanzan un principio de acuerdo para poner fin a la violencia, desatada por la negativa de Yanukovich a firmar un acuerdo de asociación política y económica con la Unión Europea.
Este pacto, respaldado por Alemania y Polonia, proponía la formación de un Gobierno de unidad y una investigación completa de la violencia que comenzó en noviembre de 2013 y culminó en tres días violentísimos que costaron la vida a 77 civiles y 18 agentes de Policía.
Las buenas expectativas de consenso solo duraron unas horas. Yanukovich nunca llegó a ratificar el acuerdo al día siguiente, como estaba previsto. Existen dos conjeturas: o bien Yanukovich renuncia a firmar 'motu proprio', o bien Moscú, que previamente había expresado su desacuerdo con el pacto, dio orden a Yanukovich de rechazar los términos finales del mismo.
En cualquier caso, ambas hipótesis tienen el mismo efecto: con una oposición completamente harta y sin el respaldo de la comunidad internacional Yanukovich perdió absolutamente cualquier tipo de influencia. La única opción consistía en huir.
Así las cosas, Yanukovich abandonó Kiev el 21 de febrero para viajar a Jarkov, la segunda ciudad más importante del país, y un bastión prorruso, lejos del ambiente europeo de la capital, para intentar recabar apoyos que nunca consiguió. Desde Jarkov intentó viajar a Donetsk, en esos momentos bajo control de las autoridades ucranianas, que le negaron el permiso para aterrizar.
El todavía presidente ucraniano eligió finalmente Crimea como nuevo destino, un mes antes de que acabara anexionada por Rusia, donde permaneció hasta el 25 de febrero. Yanukovich y su antigua cúpula de poder, entre ellos el ex primer ministro Mikola Azarov, ex ministro del Interior Vitali Zajarchenko y el ex fiscal general Viktor Pshonka, llegaron a Moscú, donde se alojaron en la undécima planta del lujoso Hotel Ucrania.
Hoy, Crimea es parte de Rusia y Donetsk es una autoproclamada república separatista. En su huída, Yanukovich se convirtió en un visitante de excepción de los principales escenarios de un conflicto armado que ha marcado los derroteros de las relaciones entre Rusia y la comunidad internacional.
Kiev busca a Yanukovich
Según 'The Moscow Times', Yanukovich vive hoy en el lujoso barrio moscovita de Barvikha, cerca de Novo-Ogaryovo, una de las residencias oficiales del presidente, Vladimir Putin, el mismo hombre que reconoció sin tapujos en octubre que había «extraído» de Ucrania a Yanukovich. «Nos lo pidió, y eso fue lo que hicimos», declaró Putin.
Sobre el e presidente, Azarov, Zajarchenko y Pshonka, pesa ahora una solicitud de extradición emitida por Ucrania bajo los cargos de apropiación indebida de fondos públicos que Moscú no tiene la más mínima intención de cumplir.
El fiscal general de Rusia, Yuri Chaika, recordó a los medios esta semana que Rusia tiene la potestad de negarse a aceptar una petición de extradición –incluso con países con los que ha alcanzado esta clase de acuerdos, y Ucrania es uno de ellos– si deduce que los acusados son perseguidos por motivos políticos, como ha sido el caso.
Yanukovich mantiene silencio en los medios salvo rarísimas excepciones como la entrevista que concedió en diciembre al semanario 'Argumenty i Fakty', donde defendió que su comportamiento durante las protestas fue impecable. «Lo único de lo que me siento responsable es de mi incapacidad para impedir que los 'aventureros' políticos cometieran un golpe de Estado con ayuda extranjera», declaró .
Quien habla más a menudo es su hijo Alexander, quien en una entrevista al director estadounidense Oliver Stone aseguró que su padre sigue diariamente la situación en el país y no descarta, «por imposible que pueda parecer», que vuelva a convertirse en un actor de importancia en el conflicto. «Con su experiencia y conocimiento, sería útil para el país», ha declarado Alexander.
Por lo demás, el exprimer ministro Azarov se dedica a escribir libros sobre el conflicto en Ucrania y a gestionar los 4.000 metros cuadrados de terreno que posee en la localidad de Istra, según RBC News. Zajarchenko, a quien se acusa de instigador de las muertes de las protestas de Kiev, ha recibido la nacionalidad rusa y ahora asesora a la firma de seguridad industrial Rostec. Pshonka vive en Moscú. Nada más se sabe