Netanyahu ha asistido hoy al Congreso de Estados Unidos con un único objetivo: disuadir al país de que deje las negociaciones con Irán a un lado. El primer ministro israelí ha mostrado ante la Cámara la preocupación que tiene por “la supervivencia de su país” porque, según ha baticinado, este acuerdo que busca que Irán frene su enriquecimiento en uranio no hace más que allanar el camino para que puedan construir una bomba nuclear.
No sólo ha criticado las negociaciones de EEUU sino del resto de países que le han impuesto sanciones a Irán. Su discurso se ha centrado en que lo correcto es no quitar las sanciones y apartarse de todas las negociaciones, porque si se llega a un trato con el país y se le quitan las sanciones a Irán, esto llevará a una “pesadilla nuclear”. Netanyahu también ha querido advertir que, mejorar las relaciones con Irán, no van a mejorar la problemática con el Estado Islámico.
Sin embargo, la diatriba del primer ministro cojeaba de una pata. Aunque su intento de persuasión ha sido bueno, no lo han sido tanto las otras soluciones que aporta para el problema. Lo que Netanyahu tiene claro es que no quiere guerras de ningún tipo, pero no ha propuesto ninguna otra medida que pudiera llevarse a cabo para frenar a Irán en sus intenciones.
Mientras que el bando republicano (que ha sido quien le ha invitado) ha aplaudido su intervención, el bando demócrata no parecía tan convencido. De un lado, la percepción ha sido la de un hombre que trata de avisar de lo que se viene encima. Del otro, una aparición que beneficiará a su campaña política para las elecciones que se celebrarán en Israel dentro de dos semanas.De hecho, 20 diputados no han asistido al Congreso a modo de protesta. Tampoco ha estado Joe Biden, presidente del Senado y vicepresidente del Gobierno, que se hallaba en Centroamérica, ni el presidente de Estados Unidos Barack Obama ha querido reunirse con el primer ministro.