Un micrófono abierto en el momento y el lugar adecuado. Y una conversación íntima consigo mismo en voz alta. Estos son los dos principales ingredientes que podrían poner punto y final a una complicada investigación policial iniciada hace más de tres décadas. El millonario Robert Dust, de 71 años, acaba de ser acusado formalmente por las autoridades estadounidenses de matar a la escritora Susan Berman, que apareció en el 2000 con un disparo en la cabeza. «Ya está. Te han pillado. ¿Qué hiciste? Pues matarlos a todos, por supuesto». En el último capítulo de la serie documental producida por la HBO, y en la que se narra su historia, un micrófono indiscreto le pilló haciendo esta sorprendente confesión. Llevaba más de 30 años esquivando a la justicia, pero esta última acusación podría suponer para él la pena de muerte si finalmente es declarado culpable.
Tras diez años de investigación y más de 25 horas de entrevistas con el millonario, Andrew Jarecki y Marc Smerling -los autores de The Jinx: The Life and Deaths of Robert Durst– podrían haber resuelto uno de los misterios más polémicos y mediáticos de las últimas décadas en EEUU. ¿Es Durst un asesino; o el hombre con la peor suerte del mundo, el subtítulo elegido por los creadores del famoso documental? La incógnita aún no está al cien por cien despejada, pero las autoridades estadounidenses han vuelto a reabrir el caso gracias a las pesquisas recabadas en este documental. De hecho, la famosa y torpe confesión que hoy tiene a medio mundo en vilo se produce después de que los responsables de la serie documental le presentaran una prueba capaz de incriminarle en la muerte de su amiga Berman.
La popular escritora fue hallada muerta en su casa, con un tiro en la cabeza, en el año 2000, después de que la policía recibiera una carta anónima alertando de que había un cadáver en su casa. En ella, la palabra Beverly, de la localidad de Beverly Hills, estaba mal escrita. Contenía el mismo error que la que ha desvelado ahora el documental. Dicha prueba apareció en el quinto episodio, y en ese mismo instante, según informan medios estadounidenses, las autoridades de Los Ángeles anunciaron que reabrían la investigación. Por el momento, Durst ya ha sido detenido en un hotel de Nueva Orleans y extraditado a Los Ángeles, donde se enfrenta a una acusación formal de asesinato en primer grado por la muerte de Berman.
Aunque lo cierto es que este multimillonario neoyorquino -cuya historia también ha dado para decenas de artículos de prensa, cuatro libros y una película (Todas las cosas buenas, protagonizada por Ryan Gosling y Kirsten Dunst)- lleva en el punto de mira de la policía desde 1982. Primero por la desaparición de su esposa, Kathleen Durst, tras manifestar ésta su deseo de divorciarse. Y después por los asesinatos de su vecino Morris Black y su amiga Susan Berman. Pero nunca ha sido posible acusarle de nada. Lleva 30 años escurriéndose de la Justicia.
Durst pertenece a una familia de millonarios de Nueva York y dueños de nueve rascacielos en Manhattan. Pero su vida cambió cuando su padre se decantó por su hermano menor Donald para liderar la empresa familiar. A partir de ese momento, la tragedia comenzó a perseguirle. Primero desaparece su esposa y él se convierte en el primer sospechoso. Su cuerpo nunca ha aparecido y nadie ha podido inculparlo. Y casi 20 años después también se convertiría en el principal sospechoso de los asesinatos de su vecino y de su amiga.
Primero apareció muerta Berman. Y pocos meses después, en septiembre de 2001, un joven encontró un torso flotando en la bahía de Galveston (Texas). Después también aparecieron varias bolsas en las que hallaron las piernas, pies, manos y brazos de la víctima. Nunca encontraron la cabeza. Pero la policía pudo identificar el cadáver gracias a su DNI. La víctima era Morris Black, vecino de Durst. Finalmente, su equipo de abogados consiguió que el jurado creyera, pese a la confesión del protagonista, que el millonario actuó en defensa propia. Durst quedó en libertad bajo una fianza de 250.000 dólares. Pero ahora, la muerte de su amiga Berman, que según la Fiscalía podría haber estado motivada por tener información sobre lo que le ocurrió a su esposa, podría complicarle la vida.
«Ahí está. Te han cogido», dice Durst para sí mismo y en voz alta sin saber que aún grababa un micrófono después de que el equipo del documental encontrara un prueba que pudiera incriminarle en el asesinato de su amiga. El documental surgió como deseo del propio protagonista de poder contar su historia; y hoy podría haberse convertido en su sentencia de muerte. Según ha relatado el realizador, el equipo del documental no se dio cuenta de estas declaraciones tomadas en 2012 hasta varios meses después, cuando comenzó el proceso de edición, e inmediatamente fueron puestas a disposición de las autoridades. Aunque ahora habrá que comprobar si ésta será la prueba definitiva que permitirá a la Justicia poner punto y final a tres décadas de crímenes sin resolver.