El FBI ha decidido dejar en mal lugar a todos los historiadores y se ha sacado de la manga unos documentos desclasificados en los que se demuestra que Adolf Hitler no se suicidó en un búnker subterráneo el 30 de abril de 1945.
Según esos escritos de la agencia norteamericana el dictador alemán huyó a Argentina junto a su esposa Eva Braun, y desde allí se trasladó a un paraje cercano a la Cordillera de los Andes, donde vivió tres décadas antes de fallecer de muerte natural.
El FBI considera que el suicidio y posterior hallazgo de su cadáver por parte de los soviéticos fue un burdo montaje orquestado con la ayuda del director de la OSS, la Oficina de Servicios Estratégicos, -el servicio de inteligencia de los Estados Unidos de América durante la Segunda Guerra Mundial y antecesora de la Agencia Central de Inteligencia-, dirigida por entonces por Allen Dulles.
Al parecer, la agencia estaba al tanto de que un submarino desconocido por ese entonces, el U-530, partió rumbo a la costa argentina con el objetivo de dejar a oficiales nazіs de alto nivel. El propio FBI tenía datos precisos de que dicho submarino se encontraba en la costa argentina, donde numerosos testigos vieron descender del mismo a altos mandos nazis.
En 1945, un Agregado Naval en Buenos Aires informó a Washington que había una alta probabilidad de que Hitler y Eva Braun habían llegado a Argentina, lo que coincide con esos avistamientos del submarino.
Además, varios artículos de prensa de ese entonces detallaban la construcción de una mansión de estilo bávaro en las estribaciones de la Cordillera de los Andes, financiada por inmigrantes alemanes ricos, de cuyo diseño escribió el arquitecto Alejandro Bustillo.
A todo esto hay que sumar que con la ocupación soviética de Alemania supuestos restos de Hitler fueron rápidamente ocultos y enviados a Rusia, donde nadio los vio hasta 2009, cuando se permitió a un arqueólogo del estado de Connecticut, Nicholas Bellatoni, realizar pruebas de ADN en uno de los fragmentos de cráneos recuperados.
Bellatoni desató una gran conmoción en las oficinas de inteligencia y en las comunidades académicas ya que los resultados del ADN precisaban que el examen no resultó compatible ni con familiares de Adolf Hitler ni con los de Eva Braun.