El naufragio de la pasada noche en Lampedusa, que ha costado la vida a más de 600 personas, pone de manifiesto el fracaso de las políticas de la Unión Europea sobre inmigración, una situación que han denunciado ONG así como los Gobiernos de Malta e Italia. Con los fallecimientos de hoy, ya son más de 1.500 los muertos en el Mediterráneo desde principios de año.
Después de la tragedia de 2013 en la que más de 360 personas perdieron la vida frente a las costas de Lampedusa, Italia lanzó la operación Mare Nostrum, un dispositivo humanitario que salvó decenas de miles de vidas, pero que finalmente fue declarado insostenible a falta de un mayor apoyo de la Unión Europea, denuncia la ONG Human Rights Watch.
Italia puso fin a la operación Mare Nostrum en noviembre de 2014 y fue sustituida por la llamada Operación Tritón. Esta nueva iniciativa, implementada por la agencia de frontera exterior de la Unión Europea, Frontex, era un pálido reflejo de su predecesor: un tercio del presupuesto, menor alcance geográfico y, sobre todo, un cambio de directiva: reforzar la seguridad fronteriza por encima de las labores de búsqueda y rescate.
A principios de marzo, la Comisión Europea anunció el inicio del Equipo Operativo Conjunto Mare. No es una réplica de la operación 'Mare Nostrum' de la Marina italiana. Por el contrario, se trata de un centro de inteligencia marítima destinado a la lucha contra el contrabando de personas; el mismo contrabando de personas que está floreciendo porque la UE ha cerrado sus fronteras terrestres. Hoy en día, la energía y los recursos se centran en cortar el flujo. Pero cortar el flujo — sin ofrecer otras opciones para las personas que buscan refugio y asilo– solo se traduce en mayor sufrimiento y muerte, según Médicos sin Fronteras.
Como consecuencia, las cifras de muertos desde la puesta en marcha de Tritón se han disparado. Si se confirman los más de 600 fallecidos en el desastre de hoy, el Mediterráneo se habrá cobrado las vidas de 1.000 personas en una sola semana, después del naufragio similar ocurrido días antes en el que murieron 400 personas, la mayoría mujeres y niños.
«La Unión Europea sigue de brazos cruzados mientras cientos de personas mueren en sus orillas», ha denunciado la subdirectora de la ONG Human Rights Watch, Judith Sunderland. «Son muertes que se podrían haber evitado si la UE hubiera lanzado un operativo de verdad para labores de búsqueda y rescate», indicó.
El Mediterráneo, un cementerio
En los últimos 15 años, el Mediterráneo se ha convertido en un cementerio para más de 20.000 inmigrantes y refugiados que buscaban protección y una vida mejor en Europa. Al menos 3.500 personas se ahogaron en 2014 tratando de llegar a las costas europeas. La mayoría de los inmigrantes proceden del África subsahariana, Eritrea, Somalia y Siria, y suelen hacer escala en las llamadas «casas de conexión» en Libia, donde esperan durante un mes mientras son objeto de «abusos sistemáticos», según la Organización Internacional para la Migración.
El número de entradas de personas por mar registradas en 2014 llegó a 218.000, frente a los 60.000 de 2013; con una guerra siria que azota sin cesar el país y la creciente inestabilidad en Libia, se espera que el número de personas que se lanzarán al mar este año no tenga precedentes. Mientras los canales y medios seguros para llegar a Europa sigan siendo escasos, existen pocas opciones disponibles para los refugiados que no sea intentarlo por mar.