Andres Lubitz, el copiloto del avión de Germanwings que estrelló deliberadamente el Airbus 320 contra los Alpes el pasado 24 de marzo con 142 personas a bordo, manipuló hasta en cinco ocasiones los controles de la misma aeronave en el vuelo anterior al siniestro aéreo entre Düsseldorf y Barcelona para que descendiera bruscamente hasta los 100 pies. Lubitz permaneció solo en la cabina de mando mientras ensayaba estrellarse. Así consta en el informe preliminar elaborado por la Oficina de Investigación y Análisis de Accidentes de Aviación Civil de Francia (BEA).
El avión despegó de Düsseldorf cerca de las 7 horas de la mañana y aterrizó en el aeropuerto barcelonés de El Prat poco después de las nueve, trayecto que hizo exclusivamente la tripulación, compuesta por seis personas, los dos pilotos y otros cuatro tripulantes de la comopañía aérea. El avión realizó el que sería su último despegue desde el aeropuerto de El Prat a las 10 horas. En caso de que el avión se hubiera estrellado en ese trayecto se habrían salvado las 142 personas, entre ellas 50 españoles, que embarcaron en Barcelona.
En el informe de la investigación preliminar, la BEA señala que el avión «tenía un certificado de aeronavegabilidad válido» y no había sufrido ningún fallo que «fuera incompatible con el vuelo panificado», así como que la tripulación «poseía las licencias y habilitaciones requeridas para realizar el vuelo».
Tras exponer que Lubitz sufrió «un episodio de depresión» que requirió que tomara medicación y que viera retrasada la renovaciónde su certificado médico para poder volar entre abril y julio de 2009″, aclara que desde ese mes, el copiloto tenía un certificado médico con «restricciones».
Tras analizar los factores del vuelo y del precedente, la BEA concluye que el copiloto se quedó solo al mando de la aeronave durante el trayecto de Barcelona a Düsseldorf y accionó «de manera intencionada» la instrumentación para hacer descender bruscamente la aeronave hasta que impactase contra los Alpes, provocando la muerte de todo el pasaje.
La agencia de investigación francesa informa de que estudiará «los fallos sistémicos que podrían haber conducido a este accidente» basándose en dos líneas. Por un lado, analizará la relación actual entre «la confidencialidad médica y la seguridad del vuelo» para explicar «cómo y por qué un piloto puede encontrarse en una cabina de mando con la intención de causar la pérdida de la aeronave y sus ocupantes».
La investigación francesa también estudiará el sistema de protección de la cabina de mando de las aeronaves, analizando las decisiones adoptadas en materia de seguridad tras los atentados del 11 de septiembre de 2001 en Estados Unidos. La BEA ha explicado que evaluará «la lógica aplicada a los sistemas de bloqueo de las puertas de cabina de mando y los procedimientos de acceso y salida de la cabina de mando».