La homofobia sigue desgraciadamente campando a sus anchas en muchos lugares del mundo, donde el colectivo LGTB es perseguido, vilipendiado y estigmatizado. Las agresiones homofóbicas suelen ser habituales en países como Rusia o Ucrania, donde estos delitos quedan en una absoluta impunidad. El último brote homófobo se ha producido este sábado en Kiev durante la celebración de un desfile del orgullo LGTB y que se ha saldado con cinco policías heridos, uno de ellos ha resultado de gravedad con un corte en el cuello, y al menos veinte detenidos tras fuertes enfrentamientos que han protagonizado las Fuerzas de Seguridad y varias decenas de radicales ultraderechistas que intentaron boicotear la marcha.
Los enfrentamientos comenzaron cuando personas no identificadas atacaron con piedras y bombas de humo a los participantes en la marcha, que recorría el cauce del río Dniéper bajo la vigilancia de más de un centenar de policías. Los participantes en la manifestación nunca llegaron a enzarzarse con los agresores, gracias en parte al escudo policial.
Antes de la manifestación, varios políticos ucranianos manifestaron su intención de interrumpir el evento. Entre ellos se encontraban representantes del movimiento radical Sector Derecha. El alcalde de la ciudad, VitalI Klitschko, había llegado a solicitar incluso a los responsables de la marcha que cancelaran el desfile «para evitar confrontaciones».
El colectivo LGTB no goza de muchos derechos en Ucrania. El desfile del orgullo gay se ha celebrado este año por segunda vez en el país tras la primera marcha que tuvo lugar en 2013, también entre fuertes medidas de seguridad. Un informe de la Comisión Europea de noviembre 2013 revela que los casos de homofobia, transfobia y la violencia contra las personas LGBT siguen siendo generalizados en el país. El eurodiputado Claude Moraes, portavoz de Ucrania y miembro del Intergrupo LGTB, asegura que es extremadamente preocupante que el gobierno de Ucrania no parezca dispuesto a adoptar una legislación que garantice la protección de la discriminación a todas las personas en el trabajo.
La situación que se vive en Ucrania se asemeja a la de su vecina Rusia, donde la homofobia es una constante. El Gobierno de Putin llegó a aprobar hace dos años una ley contra la homosexualidad. La norma fue vendida como instrumento para luchar contra la pederastia y así mantener el mensaje de que los homosexuales son peligrosos y han de estar lejos de los niños. En la práctica supone la invisibilidad de las personas gays al impedirles organizar actos ni protestas en público, ni tampoco utilizar los medios de comunicación.
En Rusia han irrumpido desde unos años grupos neonazis que se dedican 'a la caza' de homosexuales, persecuciones que suelen acabar en brutales palizas, torturas y en muchos casos con la vida de sus víctimas. Los crímenes quedan impunes, amparados por la legislación homófoba de un Estado que prefiere mirar hacia otro lado ante este tipo de agresiones y que se producen ante la indiferencia de la mayor parte de su población.