Durante la ola de calor se han producido numerosos casos de golpes de calor en personas mayores, y es que la mayor parte de atendidos por este problema eran pacientes de más de 70 años con alguna patología añadida, según el coordinador de Urgencias del Hospital Universitario Fundación Jiménez Díaz, el doctor Joaquín García.
«El caso más frecuente, por lo que estamos viendo estos días en Urgencias, es el de un paciente de más de 70 años que llega con alguna patología añadida, sobre todo de tipo neurológico o psiquiátrico, básicamente esquizofrenias, que además suele recibir medicamentos que alteran la tolerancia al calor como diuréticos, neurolépticos o anticolinérgicos», ha señalado García.
Según datos del INE, cada verano mueren una treintena de personas a causa de un golpe de calor, una patología que tiene lugar cuando el mecanismo termorregulador del organismo deja de funcionar correctamente y genera una hipertermia que puede poner en peligro la vida, afectando principalmente a personas mayores y niños.
El tratamiento del golpe de calor está dirigido a rebajar la temperatura corporal, que puede alcanzar los 39 grados en axilas y conducto auditivo externo y los 40 grados en el interior del cuerpo. García ha explicado que «para conseguir la refrigeración del cuerpo se utilizan medidas físicas, como la inmersión en agua helada, el masaje enérgico de la piel, mantas refrigerantes y bloques de hielo en axilas e ingles y, por otra parte, se transfunden sueros fríos para rebajar la temperatura en el interior del organismo».
La refrigeración del cuerpo es clave y debe iniciarse lo antes posible, poniendo en práctica las primeras medidas durante el traslado en ambulancia, ya que cualquier retraso aumenta significativamente la mortalidad. Cuando el paciente ya ha sido estabilizado, la mayoría de las personas mayores pasan a la Unidad de Vigilancia Intensiva (UVI) donde se realiza una monitorización de los posibles daños que haya podido sufrir, como daños cerebrales o coagulopatías.
Los niños, también en riesgo
Los niños menores de cuatro años, y especialmente entre los dos y los tres años de edad, son el otro grupo de riesgo ante los golpes de calor, ya que no pueden expresar cómo se sienten y en algunos casos los síntomas pueden pasar desapercibidos.
Durante los días con altas temperaturas es normal que los niños se muestren más irritados y cansados, aunque se debe acudir al médico si se presentan síntomas como la elevación anormal de la temperatura, mareos o dolor de cabeza. Si se coge a tiempo, el golpe de calor puede ser reversible, mientras que «si aparece un edema cerebral la morbimortalidad aumenta de forma sustancial», ha señalado el jefe del servicio de Pediatría del Hospital Universitario Fundación Jiménez Díaz, el doctor Leandro Soriano.
Afortunadamente, hay menos casos de niños pequeños afectados por un golpe de calor, ya que, según Soriano, «las familias están cada vez más informadas y concienciadas sobre la importancia de evitar el golpe de calor».
Investigan sobre el corte de digestión, otro problema del verano
El famoso corte de digestión producido por meterse al agua tras haber comido en realidad no es un problema digestivo, sino que afecta al sistema cardiocirculatorio y su denomina hidrocución, tal y como ha explicado el jefe de Servicio de Aparato Digestivo de los Hospitales Universitarios HM Montepríncipe, HM Torrelodones y HM Puerta del Sur, el doctor Luis Moreno.
Moreno ha explicado que «el contacto brusco con el agua fría produce una disminución de la frecuencia cardíaca con disminución del flujo de la sangre al cerebro que puede llevar a la pérdida de conocimiento e incluso a la parada cardiorrespiratoria».
La hidrocución puede tener lugar por meterse al agua bruscamente tras tomar el sol mucho tiempo, hacer ejercicio físico intenso, realizar una comida copiosa o tomar algunos tpos de psicofármacos. A pesar de esto, sí está permitido el baño después de comer, y Moreno recomienda no dejar a los niños expuestos al sol durante dos horas antes de bañarse porque puede que «una vez cumplido el tiempo, se lancen ansiosos al agua y sufran una hidrocución».
Los principales síntomas de la hidrocución son dolores de cabeza, palidez, náuseas, vómitos, mareo, visión borrosa y, en casos graves, pérdida de conocimiento y parada cardiorrespiratoria.
«La medida más eficaz para prevenir una hidrocución es no zambullirse de golpe, sino entrar poco a poco en el agua mojando los pies, las muñecas y la nuca, así como evitar la exposición prolongada al sol o comer mucho antes de meterse en el agua», ha señalado Moreno.
Si se comienza a sentir dolor de cabeza o mareos, lo más recomendable es salir del agua y, si no remiten los síntomas, avisar a los servicios de emergencia. En caso de que la persona afectada pierda el conocimiento pero no entre en parada cardiorrespiratoria, se le debe acostar de lado. Y si directamente no respira, hay que realizar las maniobras de reanimación cardiopulmonar correspondientes mientras llegan los servicios de emergencia.