martes, noviembre 26, 2024
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La trata de personas mueve tanto dinero al año como las armas y drogas

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La trata de seres humanos y el tráfico de migrantes mueven al año hasta 35.000 billones de euros, «casi tanto dinero como el comercio de drogas y armas», según revela el último informe del Servicio Jesuita a Migrantes 'La trata de seres humanos. El negocio del comercio con personas', publicado con motivo del Día Mundial contra la Trata, que se celebra este jueves.

El estudio, escrito por la investigadora de la Universidad Pontificia de Comillas María José Castaño Reyero, subraya que, solo el comercio de personas mueve entre 6.000 y 9.000 millones de euros y si a se suman los beneficios obtenidos del tráfico de migrantes, la cantidad asciende, según la INTERPOL a 39.000 billones de dólares al año, «cada vez más cerca del tráfico de drogas y el de armas».

Según indica el informe citando datos de la Organización de Naciones Unidas (ONU), combinando el tráfico a larga distancia con el contrabando transfronterizo, emerge un panorama global de «comercio de seres humanos» que afecta al menos a 4 millones de personas cada año.

Aunque la forma de trata detectada con más frecuencia es la explotación sexual (un 79%), existen otras dos formas de explotación de personas: la que tiene como fin la explotación laboral y la trata para el tráfico de órganos.

La autora del documento también diferencia entre esclavitud y trata y explica que una de las peculiaridades de la trata es la ausencia de un hecho violento en el momento de reclutamiento, puesto que suele realizarse con el engaño de obtener un empleo. Si bien, advierte de que en los últimos años también se han utilizado métodos de control como el empleo del vudú.

Además, revela que las mujeres y los niños son las principales víctimas de la trata de personas y apunta datos de la Organización Internacional de las Migraciones que cifran en 500.000 el número de mujeres que entran todos los años en Europa Occidental para ser explotadas sexualmente.

Los encargados de reclutarlas, según señala el informe, pueden llegar a cobrar hasta 450 euros por cada mujer. Mientras, ellas aceptan porque piensan que van a ir a trabajar como modelos, secretarias o dependientas en un país rico. No obstante, según puntualiza el estudio, también algunas saben que se marchan al extranjero para ejercer la prostitución y lo hacen, «no sólo con el consentimiento de sus familias sino con su respaldo entusiasta».

Rutas de esclavitud sexual

El documento cita algunas de las numerosas rutas de esclavitud sexual como la que va de Myanmar, China, y Camboya hasta Tailandia; la que va de Rusia a los Emiratos del Golfo; la que recorre desde Filipinas y Colombia a Japón; o la que se mueve desde Brasil, Paraguay, Colombia y Nigeria hacia España.

Asimismo, apunta que, desde la desaparición del Telón de Acero, decenas de miles de mujeres y niñas han sido trasladadas desde Rusia, Ucrania, Moldavia y Rumanía para ser explotadas en las ciudades de Europa Occidental y Japón.

En cuanto a los menores, el estudio cita a UNICEF para indicar que hasta dos millones de niños están sujetos a la prostitución en el comercio sexual alrededor del mundo. Además, avisa de que la trata de menores presenta otras manifestaciones: la adopción ilegal de niños extranjeros; el tráfico de órganos; el secuestro de menores para ser utilizados en los conflictos armados o el ejercicio de la mendicidad.

Entre los menores víctimas, se encuentran en especial situación de vulnerabilidad los nacidos en el entorno de la trata, los llamados «bebés ancla», utilizados por falsos padres para facilitar su entrada y permanencia irregular en un territorio, o el de los menores utilizados por los tratantes para coaccionar a su madre a ejercer la prostitución.

Por otra parte, el informe se centra en la segunda forma de explotación de personas: La trata con fines de explotación laboral. Según la organización Mundial del Trabajo (OIT), 20,9 millones de personas son víctimas de explotación laboral en sectores como la construcción, la agricultura, el sector textil, el servicio doméstico, las empresas de transporte y la mendicidad.

Sus víctimas, según apunta el SJM, están sometidas a unas condiciones de trabajo inhumanas: horarios abusivos, bajísimos o inexistentes salarios, ausencia de unas mínimas medidas de higiene y seguridad.

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