domingo, septiembre 22, 2024
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Los entresijos de la caza en África

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La muerte del león Cecil ha vuelto a reabrir por enésima vez el debate sobre la caza deportiva o de ocio. Los detractores de la misma ven ésta como una aberración y una amenazada para especies en peligro de extinción. Los cazadores, por su parte, defienden que la actividad está totalmente legalizada» y que no comenten ningún delito siempre y cuando tengan todos los permisos y concesiones pertinentes. 

Juan Carlos, propietario de una página web que ofrece viajes organizados para cazar en África en los que se llegan a pagar hasta 50.000 dólares por matar a un león, defiende la caza como una actividad «necesaria» para poder «controlar y regular» la biodiversidad y el ecosistema de zonas como Zimbabwe o Sudáfrica. De hecho, este cazador de 48 años, que acaba de llegar de cazar elefantes, pone el ejemplo de Kenia que hace algunos años decidió restringir la caza en sus fronteras y que en estos momentos «cuenta con un 80% menos de población animal» porque los cazadores furtivos «hacen su agosto». 

En el caso de Cecil, aunque dice «no estar» muy enterado. reconoce que «si Palmer (el verdugo del famoso león) realizó una caza furtiva, deberá ser juzgado por ello». Durante los días posteriores a la sonada cacería, los ecologistas y los medios de comunicación «lincharon» a Palmer porque «había que buscar una cabeza de turco». 

Trapicheos en las licencias

En África, muchos de los países poseen un régimen dictatorial. Éste sistema ayuda a «colocar» a personas cercas al gobierno como «propietarios» de las fincas o cotos de caza. Lo que provoca ésto es que la mayoría de propietarios se «cambien» licencias y cuotas de caza para «sacar» un beneficio económico. El problema es que la mayoría de cazadores «no conocen» este tipos de cambios de licencia y se creen que están realizando «una caza legal», como puede haber ocurrido en el caso de Cecil» porque quién realmente ha de saber que se puede cazar en la parcela «es el outfitter» (cazador experto que acompaña al que contrata sus servicios). 

«En África, hay zonas en las que no hay licencias para matar un león y otras en las que si. Entre los mismos propietarios de las fincas se cambian las licencias. Es decir: 'vente aquí que yo tengo leones, pero no tengo licencia y matas el león'. Luego el que tiene la licencia justifica la defunción en su parcela y se reparten el beneficio económico. Ésto es una práctica habitual, pero no sólo en África, en todo el mundo”, relata Juan Carlos.

Lejos de lo que se pensó en un principio, Palmer podría ser juzgado por una caza furtiva, «no» por abatir a un animal con un collar de localización. Los animales de la reserva natural pueden ser cazados «siempre que entren en una zona de caza», aunque éstos porten un GPS. A partir de la muerte de Cecil «parece» que van a cambiar esta ley. “La última vez fui a cazar casi mato a un elefante que tenía collar, y no lo maté por ética, aunque tenía derecho porque ese animal estaba dentro del perímetro de caza”, afirma el cazador español. Ademas Juan Carlos también piensa que en caso de Cecil era «imposible» ver el collar con la melena del león, al igual que es «muy difícil» observar este objeto cuando se caza un elefante por la noche. 

“El problema de el cazador que mató a Cecil es que cazara el león en una finca que no tuviera licencia de leones, no que tuviera un collar de la reserva natural”, sentencia.

La figura del cazador

En su afán por defender la caza deportiva o de ocio, Juan Carlos ensalza la figura del cazador por ser el «único» que regula la población de los animales en algunos ecosistemas. Para defender su hipótesis utiliza una frase de un amigo biólogo: «Pon precio a un animal y jamas se extinguirá». También alega que organismos como el Cites, que tiene un convenio con el Ministerio de Economía, son los que «regulan» la caza como leones, elefantes… y «no» los países como piensa mucha gente. Los organismo internacionales de caza «piden» un conteo de los animales a los países donde se pretende cazar. Después se realiza «un estudio» en base a los resultados y se decide cuántos animales se pueden abatir. 

Desgraciadamente, el pago de licencias, cuotas o fincas es un dinero que va a parar a estados con un dictador en el poder y que en muchas ocasiones no utiliza el dinero para la sostenibilidad del ecosistema o para ayudar a la población, que «es lo que nos gustaría a todos los cazadores». En África «matan» a personas, «violan» a personas y «somos tan hipócritas» que hablamos de la muerte de un animal. «Los gobiernos y los estados de estos países hacen los que le da la gana”, afirma.

Por último, Juan Carlos afirma que es «difícil» de explicar la muerte de un animal a alguien que no le guste, pero para él es «una actividad de ocio más y «no» cree sea una actividad cara ni «elitista» «Este deporte lo practican desde reyes hasta gente normal. Cierto es que muchas personas importantes no reconocen este hobby por temor a la opinión pública, pero no por esto es una actividad sólo para gente adinerada. Mucha gente se va a Ibiza de vacaciones y se gasta 3.000 o 4.000 euros que es lo que puede costar una caza en África. No todo el mundo se gasta 50.000 dólares en cazar un león», asevera. 

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