La muerte por los disparos de los agentes de Policía de un hombre en silla de ruedas en la ciudad estadounidense de Wilmington, en el estado de Delaware, ha vuelto a abrir el debate en torno al uso excesivo de la violencia por parte de las fuerzas del orden en el país norteamericano.
El jefe de policía en Wilmington, Bobby Cummings, ha defendido a sus oficiales después de que saliese a la luz el vídeo del suceso. El hombre discapacitado, Jeremy McDole, estaba armado con un revólver –con el que se habría herido– y «nunca cumplió con las órdenes de los policías», ha añadido Cummings.
Los oficiales de Policía, que recibieron un aviso después de que disparasen un arma, llegaron al lugar de los hechos y apuntaron al hombre en silla de ruedas, gritando para que soltase el revolver y subiese las manos. Al no cumplir con la orden y hacer un gesto con sus manos hacia la cintura –que los agentes identificaron como una amenaza– fue disparado en repetidas ocasiones.
La madre del hombre fallecido, Phyllis McDole, rechaza la versión policial y asegura que su hijo «no sacó ningún arma». «Tenía sus manos en su regazo», ha señalado McDole, tal y como informa la cadena estadounidense CNN. El fallecido tenía 28 años de edad y estaba paralizado de la cintura para abajo.
El alcalde de Wilmington, Dennis Williams, ha prometido el jueves en una rueda de prensa que la familia «será informada paso a paso a lo largo de la investigación».