La sargento Elisabeth Herráez lleva siete años en la Armada y ha participado en varias operaciones, como la Atalanta, desplegada en el Índico contra la piratería, pero ninguna había sido como esta. Salió de la Base Naval de Cádiz hacia el puerto siciliano de Catania el 1 de octubre a bordo de la fragata Canarias y desde entonces ha ayudado a rescatar a 630 inmigrantes, que fueron localizados en dos embarcaciones en las dos últimas semanas.
Encontraron la primera de ellas el 4 de noviembre. Estaba a la deriva y llevaba 517 personas a bordo.»Era una embarcación de madera y sólo se veía una cubierta, llena de gente, todos muy apretados, pero debajo había otra cubierta más exactamente igual» de abarrotada, explica. Casi todos los ocupantes tenían hipotermia, otros muchos problemas respiratorios por los humos del motor que mueve la barca, especialmente los que se encuentran en la parte de abajo.
Venían niños y ancianos. También algunos enfermos y tullidos. En uno de los rescates, cuenta la sargento, sacaron a un hombre a quien le faltaba una pierna y a una niña parapléjica que venía en los brazos de su madre. «Son los casos más duros», cuenta la sargento. En ese momento, «la prioridad es sacar gente. Son embarcaciones motoras en las que las personas van en muy malas condiciones, sobre todo los que van encerrados abajo, van respirando humo constantemente, con lo que la primera preocupación es que no haya ningún muerto».
Cuando navegan, el cargo de la sargento Herráez es suboficial de Guardia Interior. «Mi responsabilidad es velar por que las normas que rigen la organización interior del barco se cumplan», indica. Pero en esta misión forma parte del Equipo de Acogida. Ellos son los que atienden a los inmigrantes una vez ponen un pie en la fragata, que ha sido modificada para convertirse en un buque de asistencia en primera instancia.
Mimarlos, ayudarlos, apoyarlos. Mostrarles que somos una mano que les va a dar ayuda. Esa es nuestra misión aquí: salvar vidas
Al recogerlos de las precarias embarcaciones, la fría cubierta metálica de la fragata Canarias se convierte en un gran espacio de acogida, donde estas personas son recibidas por militares con mantas y ropa limpia y seca. Ahí se establecen prioridades: las personas enfermas y más débiles acuden a la enfermería, montada en lo que era un habitáculo para torpedos. El hangar del barco está preparado con mantas térmicas y ropa seca para que se cambien. También les dan agua, comida y suero, según indiquen los especialistas sanitarios. «Y a partir de ahí, mimarlos, ayudarlos, apoyarlos. Mostrarles que somos una mano que les va a dar ayuda. Esa es nuestra misión aquí: salvar vidas».
A pesar de que toda la tripulación viene concienciada de que es una operación humanitaria, a veces se encuentran con situaciones dramáticas. «Cuando estás recogiendo a estas personas, hay que 'ser militar', no dejarse llevar por las emociones y ayudar, ayudar y ayudar. Pero cuando uno acaba la misión, uno es humano.. piensa las cosas y es duro», explica.
Aun así, la sargento no tiene ninguna duda sobre la misión: «Es diferente y, sobre todo, más gratificante porque cuando vamos a la Operación Atalanta, sabemos que estamos defendiendo los intereses de España, de la OTAN. Pero aquí sabemos que lo que estamos defendiendo son vidas humanas y valores. Valores y derechos humanos«.
Están muy agradecidos porque lo primero que hemos hecho es darles calor y confianza, tranquilizarlos
Una vez les han prestado asistencia primaria, dejan a los inmigrantes en buques medicalizados, como los de Médicos Sin Fronteras, o en lugares donde son atendidos.»Aquí están el menor tiempo posible, ya que difícil mantener durante mucho tiempo a 500 personas en un buque en el que ya hay 200 de tripulación. Los últimos estuvieron unas 12 horas», justifica el teniente coronel médico Adolfo Carabot, uno de los responsables sanitarios de la fragata.
Este teniente coronel médico cuenta que hay personas que vienen en muy malas condiciones de salud, pero en cuanto se recuperan saludan, incluso «cantan; están muy agradecidos porque vienen de una embarcación en unas condiciones muy malas y aquí lo primero que hemos hecho es darles calor y confianza, tranquilizarlos«.
Operación contra las mafias
Como la sargento Herráez y el teniente coronel médico Carabot, en la fragata Canarias hay 201 personas que participan en la operación Eunavformed Sophia de la Unión Europea, que tiene como objetivo luchar contra el tráfico de personas y ayudar a los inmigrantes que viajan en precarias embarcaciones, muchas veces a la deriva.
Estas barcazas, que pueden llegar a medir entre 20 y 25 metros, vienen repletas de personas que pagan entre 1.000 y 4.000 dólares (en el caso de las embarcaciones con dos cubiertas, los inmigrantes hacinados en la parte inferior pagan entre 1.000 y 2.000 dólares, mientras los que van en la parte superior pueden llegar a darle a los traficantes 4.000).
España es uno de los países que aporta medios a esta operación, con personal en los Cuarteles Generales de la Operación; el destacamento Grappa en la Base Aérea de Sigonella (Sicilia), que cuenta con un avión P3 Orion de vigilancia aérea, que patrulla el Mediterráneo en busca de embarcaciones a la deriva y la citada fragata, la Canarias, que cuenta, además, con un helicóptero SH60B para casos en los que sea preciso un medio aéreo.
La Canarias, dirigida por el capitán de fragata Manuel Alvargonzález, salió de la Base Naval de Rota el 1 de octubre y patrullará las aguas del la costa occidental de Libia hasta el 28 de enero, cuando será relevada por otra fragata, la F83 Numancia. Hasta ahora, han rescatado a 630 inmigrantes y proporcionado atención médica a 110 personas.
Más allá de la misión humanitaria
Pero además de ayudar a los inmigrantes a la deriva, tarea también denominada SOLAS (Safety of Life at Sea), la tripulación tiene otros cometidos como «la interceptación de embarcaciones de tráfico de personas», según explica el teniente de navío Carlos Delgado.
Por el momento, han «neutralizado» cuatro embarcaciones sospechosas de ser utilizadas por las mafias. Primero las localizan, se aseguran de que se utilizan con esos fines, recopilan pruebas y, finalmente, las destruyen. El objetivo es que no vuelvan a utilizarse y que no se queden a la deriva en mitad del mar, ya que pueden ocasionar problemas, cuenta el teniente de navío Delgado.
Otra de las tareas que tienen son las misiones ISR (Intelligence Surveillance Reiconnaisance) y aproximaciones amistosas sobre embarcaciones menores y pesqueros que faenan en aguas internacionales, fuera de las 12 millas de mar territorial, en este caso de Libia. Se acercan a embarcaciones que, sin necesidad de ser sospechosas, pueden tener información relevante sobre estas rutas y actividades. Por eso, llevan traductores y gracias a ello pueden conseguir información fundamental para el desarrollo de su labor.
La fragata Canarias patrulla en esta zona del Mediterráneo junto con otras barcos de distintos países europeos que participan en la misión, cuyo mando táctico tiene el almirante italiano Andrea Gueglio, con un Estado Mayor multinacional a bordo del portaaviones italiano Cavour.