lunes, septiembre 23, 2024
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La prima del ‘cerebro’ del 13N no se inmoló, por Laura Ortega

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Hace unos días, Hasna Ait Boulahcen había marcado un terrible hito al convertirse en la primera mujer kamikaze que se inmolaba en Occidente. Según fuentes policiales, la prima de Abdelhamid Abaaoud, cuyo cuerpo se encontró sin vida en las ruinas del apartamento Saint-Denis el pasado miércoles, no había muerto tras hace estallar un cinturón con explosivos. 

El objetivo de la operación era cazar al cerebro de los atentados de Paris. La redada se saldó con la muerte de tres terroristas, el propio cabecilla Abaaoud, su prima Hasna y un tercer hombre no identificado hasta el momento. A falta de la confirmación, todo apunta a que fue esta tercera persona quien hizo estallar los explosivos.

Hay que remontarse a 2005 para conocer a la primera mujer que se inmoló. A sus 38 años, Muriel Degauque decidió poner fin a su vida y a la de cinco policías que murieron en el acto tras hacerse detonar un 9 de noviembre. Su vida se tiñó de negro el día que se casó con el belga-marroquí Hissal Goris. A partir de este momento se dio a conocer bajo el nombre de Myriam y se convirtió al islam para adentrarse en las redes del extremismo religioso que le llevó a su muerte.

El caso de Hasna Aitboulahcen es similar al de Muriel. De origen marroquí, pero nacida en Francia, no había tenido interés por el islam. Fue su primo, Abaaoud, quién le metió de lleno en los círculos de la yihad. La joven nunca había viajado a Siria ni Irak, pero si colaboró en los atentados de Francia según fuentes policiales. A sus 26 años, llevaba una vida aparentemente normal, aunque la policía le investigaba por asuntos relacionados con las drogas.

Tras una infancia dura manchada por el maltrato, los servicios sociales la alejaron de su vivienda y empezó a relacionarse con “malas compañías”. Rebelde con su cultura, se guiaba por las costumbres occidentales. Su vestimenta se regía por vaqueros y sombreros, por ello todos la conocían como “la Cowboy”. Sus intereses eran beber, fumar y salir de fiesta. «Era muy independiente» y “no aceptaba consejos de nadie”, afirma su hermano Youssouf Ait Boulahcen. “Vivía en su propio mundo y era una adicta a las redes sociales”, asegura.

Fue a través de las nuevas tecnologías cuando empezó a desarrollar su interés por la yihad. En 2014 empezó a subir fotografías de armas y mensajes alabando las actuaciones del Estado Islámico. Además, publicaba «Pronto iré a Siria, si Alá quiere».

Finalmente, fue su repentina radicalización la que la llevó a perder su vida en un piso de Saint-Denis junto a su primo Abdelhamid Abaaoud, tras la colaboración en los atentados de París.

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