El Estado Islámico manchó de sangre las calles de París el pasado viernes 13 de noviembre. La masacre de los yihadistas dejó sin aliento a la capital de Francia al apagar 130 vidas y dejar heridas a más de 350 personas.
El Estado Islámico cumplía así su amenaza de atentar en el corazón de Europa. Desde entonces, el temor a nuevos ataques vive en los corazones de millones de habitantes del viejo continente. Muchos de ellos recuerdan estos días que fue en España donde el islamismo radical abrió la veda un 11 de marzo del 2004, cuando otro grupo de inspiración yihadista hizo estallar hasta diez bombas en los trenes de cercanías de la capital. Los explosivos empleados por aquel comando se llevaron por delante la vida de 191 personas y dejaron heridas a más de 1500. Fue el mayor atentado perpetrado en Europa hasta aquel momento.
Once años después, los atentados de París reabren las heridas de las víctimas del 11-M, unas lesiones que nunca habían llegado a cicatrizar del todo. Si todos los europeos sufrieron con el atentado, la pena, rabia y la tristeza volvieron a hacer mella en aquellos que ya habían sufrido el terrorismo en sus carnes. Las víctimas del atentado de Madrid volvieron a sentir la angustia vivida 11 años atrás.
“Si tuviese dinero y supiese francés viajaría a París a ayudar a las víctimas con mi experiencia”
Ese es el caso de Araceli Cambronero, que iba en el tren que estalló en Atocha. Por suerte, su vagón no se vio afectado y le dio tiempo a huir antes de que las explosiones que destrozaron su convoy cesaran. Sufrió heridas psicológicas que los facultativos no supieron detectar en aquel momento, y por ello pide que en París “tengan en cuenta también las heridas psicológicas y no solo las físicas”. Lo que más le gustaría en estos momentos sería estar en el lugar de la tragedia. “Si tuviese dinero y supiese francés viajaría a París a ayudar a las víctimas con mi experiencia”, asegura.
Isabel Casanova y Silvia Galán son madre e hija. Sus vidas cambiaron aquel 11 de marzo cuando perdieron a Jorge (hijo y hermano, respectivamente, de ambas), una vida que se apagó a los 22 años. “Mi primer sentimiento al verlo en televisión fue salir corriendo a abrazarlos”, afirma Isabel, que sintió la noticia como si le volviese a pasar y su herida comenzara a sangrar de nuevo. “Sabemos lo que hay desde el momento que empieza a pasar. Sabes cómo son todos los pasos que están empezando a dar esas familias, amigos, pasos que son tan dolorosos. Sabes cual va a ser el final, porque ya lo vivimos nosotros” explica Isabel.
Su hija Silvia sufrió las consecuencias del atentado a los 12 años. “Creo que hay que meter el 11-M, al igual que el atentado de París, en los libros de historia, para que se sepa lo que pasó. Que los niños de mañana conozcan la historia”, explica emocionada hoy, convertida en una mujer de 23 años.
Ante la amenaza yihadista en el mundo y la posibilidad de una guerra global, las tres víctimas consultadas coinciden en que no tienen miedo porque, en palabras de Araceli Cambronero, «el miedo paraliza». El atentado “te lleva a preguntarte ¿cuándo será el próximo?¿dónde será?¿cómo será?”, lamenta Isabel Casanova.
Sin duda, existen grandes diferencias entre el atentado de España y el de Francia. El de Madrid fue el primer yihadista a gran escala en Europa, por lo que pilló a casi todos sin preparación para afrontar el desafío. Además, las víctimas resaltan las diferencias en la reacción del Gobierno. “Espero que en París aprendan de los errores que hubo aquí, que como había elecciones de por medio estaban más pendientes de quién las ganaría y especulando sobre quién había sido”, afirma Araceli. Un pensamiento con el que coincide Silvia Galán. “Pienso que el Gobierno de Francia se está portando mucho mejor que aquí con nosotros. Allí están dando la cara, cosa que aquí no pasó, ni se dijo la verdad. Allí se están preocupando de quienes han sido y de buscarlos y aquí solo se pensó en las elecciones”. Además, afirma que “nos hemos sentido engañados e insultados por aquel gobierno”.
“Gracias a la sociedad he estado en pie estos once años”
Pero si hay algo positivo entre tanta masacre es el sentimiento de unión y de apoyo con el que se vuelca la sociedad europea en las víctimas. Los europeos han demostrado ser una población solidaria, que respalda a los afectados. “Gracias a la sociedad he estado en pie estos 11 años”, concluye Isabel. Asimismo, los afectados por el terrorismo coinciden en que «las víctimas nunca deben caer en el olvido». Un olvido que se refleja en las deficiencias del monumento de Atocha en recuerdo de las víctimas del 11-M, que hace unos días se derrumbó.
Ante las posibles soluciones para acabar con el terrorismo, Isabel considera que “bombardear no es la solución, creo que hay otros medios para apartarlos de donde están, quitarles la parte económica, de la que se financian”. “Si todos los países se unen pueden combatir al Estado Islámico”, añade Araceli.
Las víctimas creen que el ISIS atenta contra la población civil sin tener un objetivo claro, como ocurrió en el 11-M. Por ello, Araceli pide que “nos unamos todos para luchar, nos tenemos que sentir víctimas. Nosotros luchamos por unos derechos que mañana pueden ser los tuyos». «Queremos que queden las leyes fijas, las indemnizaciones. Ojalá que no pase mas en España”, desean.
“Quiero mandarle mis palabras de cariño y un abrazo a los franceses y todas las víctimas del terrorismo, les recomiendo estar todas las víctimas unidas que no se dejen manipular por nadie”, manifiesta Isabel con emoción.