jueves, noviembre 28, 2024
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La Rey Juan Carlos, en un programa contra la mutilación genital femenina

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Investigar y, sobre todo, formar. Esa es la apuesta del Observatorio de Igualdad de Género de la Universidad Rey Juan Carlos (URJC) para luchar contra la mutilación genital femenina.

La universidad madrileña lidera un proyecto multisectorial que recibirá 680.000 euros del programa europeo Daphne (Derechos, Igualdad y Ciudadanía) para formar a  diversos profesionales que tratan con colectivos de riesgo: desde médicos y enfermeros hasta abogados se relacionan a diario con personas procedentes de 29 países donde esta práctica es habitual (unas 224.140 personas de las que 57.251 eran mujeres, en 2012 en España).

Las políticas para combatir esta violación de los derechos humanos de miles de niñas no pueden depender únicamente de los protocolos, defienden desde el Observatorio, sino que también es necesario que los profesionales tengan una adecuada formación y habilidades para detectar y prevenir.

Por ello, elaborarán una guía y un currículum académico en la materia, y formarán a profesores y estudiantes que participarán en un programa piloto en cinco universidades europeas (una belga, una portuguesa, una italiana y dos españolas).

Este programa ecléctico y multidisciplinar tiene como investigadora principal a la profesora Laura Nuño Gómez, directora del Observatorio de Igualdad de Género de la URJC, pero en él participan otras entidades como la Fundación Wassu (de la UAB) o la Università Roma Tre y otras expertas en la materia como Adriana Kaplan, Else Leye, Manuela Fusachi, Julia Ropero y Clara Carvalho.

Una violación de los derechos humanos

En la actualidad, hay más de 125 millones de mujeres y niñas víctimas de la mutilación genital. Sus causas son una mezcla de factores culturales y complejos existentes en familias y comunidades, según cuenta el Observatorio de Igualdad de la URJC.

Esta práctica es reconocida internacionalmente como una violación de los derechos humanos de las mujeres y niñas y constituye una forma extrema de discriminación de las mujeres.

Consecuencias a largo plazo

Las consecuencias de esta práctica, que puede ser total o parcial, pueden ser a largo plazo y van desde infecciones vesicales y urinarias recurrentes a quistes, esterilidad, aumento del riesgo de complicaciones del parto e, incluso, la muerte del recién nacido. 

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