Los servicios de Inteligencia de Estados Unidos han detectado que Corea del Norte ha reanudado la actividad en un reactor nuclear que produce plutonio y podría comenzar a extraer combustible en cuestión de «semanas o meses», lo que supondría un nuevo desafío a la comunidad internacional.
El director de la Inteligencia Nacional norteamericana, James Clapper, mantiene que el programa nuclear y de misiles de Corea del Norte sigue suponiendo una «grave amenaza» para la seguridad regional, tal como habría quedado de manifiesto con el ensayo nuclear de enero y con el lanzamiento de un satélite el pasado domingo.
El régimen de Kim Jong Un anunció en 2013 que quería dar un nuevo impulso a su industria nuclear y, según Clapper, ha cumplido con la amenaza. «Ha expandido las instalaciones de enriquecimiento (de uranio) de Yongbyon y ha reiniciado el reactor de producción de plutonio», según un extracto del informe que presentará ante la Comisión de Defensa del Senado.
Clapper da así por reanudada la actividad en un reactor inutilizado desde 2007 y del que Pyongyang podría comenzar a recuperar plutonio «en cuestión de semanas o meses», a pesar de que las sucesivas resoluciones del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas impiden cualquier actividad en este sentido.
El líder
Washington también ha detectado una mejora -tanto en «tamaño» como en «sofisticación»- del arsenal de misiles de Corea del Norte, que podría suponer una amenaza «directa» para la seguridad de Estados Unidos, así como de sus aliados en la región.
Clapper considera que ni esta carrera armamentística ni la industria nuclear tienen que ver con la autodefensa y la soberanía, como esgrime Kim Jong Un, sino que se tratan de iniciativas encaminadas a «la disuasión, el prestigio internacional y la diplomacia coercitiva».
El responsable de la Inteligencia estadounidense atribuye gran parte de esta política al dirigente norcoreano, que ha «consolidado su posición como líder unitario», incluso mediante «purgas» de los supuestos dirigentes díscolos. El «comportamiento amenazante» de Pyongyang, sin embargo, contrasta con una «economía en problemas», en opinión de Washington.