Este lunes, 22 de febrero, se celebra el Día Europeo por la Igualdad Salarial, una jornada que pretende visibilizar el problema de la desigualdad de la mujer en el ámbito laboral.
El Ministerio de Sanidad, Servicios Sociales e Igualdad se ha remitido un informe publicado por el Instituto Nacional de Estadística (INE) donde, según su lectura, se establece en el 16,7% la diferencia salarial en perjuicio de las mujeres. Unos datos que no concuerdan con el último estudio realizado por el INE en el mismo año, en el que se señala que el salario anual más frecuente en las mujeres (14.501,8 euros) representó el 82,9% del salario más frecuente en los hombres (17.498,7 euros).
Sin embargo, el sindicato UGT eleva la cifra hasta el 24% y apunta a que se trata de la brecha salarial más alta de los últimos seis años. Con esta cifra como referencia, las mujeres españolas deberían trabajar 88 días más que sus compañeros varones para percibir el mismo salario, una situación que la central denuncia y relaciona con la falta del reparto de las tareas del hogar y de los cuidados.
Las mujeres españolas deberían trabajar 88 días más para percibir el mismo salario
De media, según ha publicado Oxfam, las mujeres dedican al trabajo no remunerado aproximadamente 2,5 veces más tiempo al día que los hombres, y esta carga de trabajo en el hogar no se reduce a medida que ellas aumentan su participación en el mercado laboral.
El Ministerio dirigido por Alfonso Alonso admite que «queda mucho camino por recorrer» para paliar esta desigualdad y ha recordado la creación en 2016 de un programa para la reducción de las desigualdades retributivas y la mejora de las condiciones laborales con una cantidad de 350.000 euros, que se distribuirán entre distintas pymes que instauren medidas y planes que avancen en igualdad salarial.
Dificultad para conciliar
Los factores que causan esta desigualdad son variados. Tal y como reconoce el INE, «a la valoración de las competencias laborales, hay que unir la segregación del mercado de trabajo con diferente representación de hombres y mujeres en los distintos sectores económicos, las características de la oferta de empleo femenino condicionada en muchos casos por la conciliación con la vida familiar, la participación en el trabajo a tiempo parcial y los mecanismos establecidos de retribuciones salariales». Esta brecha salarial está pues condicionada «por una serie de factores sociales, legales y económicos que van más allá de la premisa igual pago por igual trabajo», asegura la institución.
Los países con una mayor brecha salarial entre hombres y mujeres suelen tener también mayores diferencias de género en términos de acceso a servicios sanitarios, educación, participación en el mercado laboral y representación en las instituciones, según ha revelado recientemente el Fondo Monetario Internacional (FMI).
Oxfam asegura que “la mayoría de los trabajadores peor remunerados del mundo son mujeres, desempeñando los empleos más precarios” y revela que en ciertos países del mundo como Birmania o Marruecos, las trabajadoras apenas pueden sobrevivir con los salarios “de miseria” que reciben.
También pensiones más bajas
Otro dato a destacar por el informe de Oxfam es la presencia de mujeres en cargos de directivos de grandes empresas. Sólo 24 mujeres ocupan cargos de presidentes de las compañías que figuran en la lista ‘Fortune 500’. Esta proporción se repite entre las personas más ricas del mundo. De las 500 personas con más poder adquisitivo, 445 son hombres.
La desigualdad salarial entre hombres y mujeres no solo afecta al poder adquisitivo del momento. El menor nivel salarial de las mujeres también tiene un efecto acumulativo a lo largo de sus vidas, debido a la menor cotización, que supone una disminución en sus pensiones de jubilación, tal y como aseguran Oxfam y la Comisión Europea. Esta “mayor inseguridad general”, tal y como lo define la ONG, es uno de los puntos a combatir por la Unión Europea, que ha desarrollado tratados y acuerdos como el Pacto Europeo por la Igualdad de Género aprobado por los líderes de la Unión en 2011, pero que, de facto, no ha tenido numerosas consecuencias en los países europeos.