Las redes criminales internacionales han obtenido en 2015 un beneficio de entre 3.000 y 6.000 millones de euros a través del tráfico de inmigrantes a Europa, una cantidad que podría triplicarse en 2016 de seguir la tendencia actual, según el amplio informe publicado este lunes por la Policía Europea, Europol, donde se identifica a casi 40.000 sospechosos de más de 100 países que trabajan como intermediarios en más de 230 puntos de tráfico por todo el mundo, entre ellos Londres, Madrid o París.
En el documento, Europol examina las operaciones de una nueva generación de «redes criminales que explotan la desesperación y la vulnerabilidad» de estas personas, a las que ofrecen una vía de escape de la tragedia de la guerra a través de una «amplia variedad de servicios de mediación», completamente fraudulentos y a un «precio excesivo» que a veces supera con creces los 3.000 euros.
Más del 90 por ciento del millón de inmigrantes que llegaron a Europa emplearon esta clase de servicios a través de tres rutas: dos principales — Grecia-Balcanes e Italia-Norte de Europa — y una tercera de menor intensidad a través de España. Desde ahí, según Europol, se inicia una ola de «desplazamientos secundarios» hacia el resto de Europa, con Alemania, Suecia y Reino Unido como destinos preferidos, en la consolidación de una tendencia que «está destinada a proseguir en 2016».
El contrabando de personas es, a juicio de la Europol, un «delito muy atractivo» porque permite obtener a los criminales unos beneficios enormes sin arriesgarse excesivamente a acabar detenidos. Es un negocio multimillonario que sirve como raíz de otros delitos menores como el de la falsificación de alta calidad de documentos, otra actividad que ha experimentado un crecimiento extraordinario a raíz de la actual crisis migratoria.
La Inteligencia europea alberga en su base de datos los nombres de más de 40.000 sospechosos procedentes de más de un centenar de países, entre los que destacan por ejemplo Bulgaria, Egipto, Hungría, Siria, Pakistán, Rumanía, Irak, Túnez o Turquía. Un 44 por ciento de estas redes están formadas exclusivamente por ciudadanos de países ajenos a la Unión Europea, un 30 por ciento por criminales nacidos en la UE, y un 26 por ciento de carácter mixto.
Estas redes operan en más de 230 «puntos calientes» repartidos por las tres principales rutas migratorias antes descritas y que sirven como escalas para el viaje de los inmigrantes. Europol identifica fuera de la UE a ciudades como Amán, Argel, Beirut, Bengazi, El Cairo, Casablanca, Estambul, Misrata o Trípoli como lugares de partida hasta la Unión Europea. Dentro de las fronteras de la UE, la Europol señala que las principales capitales europeas — Londres, París, Madrid, Roma o Atenas — albergan algún tipo de «punto caliente».
Estas redes son extremadamente complejas. Los delincuentes emplean negocios legales como hoteles para albergar a los refugiados pero también como tapaderas para lavar su dinero. Proliferan los intermediarios, ya sea para almacenar el dinero, para sobornar a funcionarios de aduanas, o para ponerse en contacto con los refugiados a través de las redes sociales.
Es un modelo de negocio jerarquizado cuya complejidad depende de la distancia y el riesgo que las rutas que ofrecen a los inmigrantes. El coste de un 'paquete de viaje' desde Turquía hasta Libia por aire y desde Libia a Italia por mar puede llegara alcanzar los 3.300 euros, según hizo saber uno de estos criminales a través de un mensaje en Internet. Un viaje por mar cuesta 900 euros por adulto y 450 por niño. Los contrabandistas ofrecen a sus víctimas varias modalidades de pago. La mayoría, un 52 por ciento, prefieren abonar el viaje en efectivo ellos mismos. Un 20 por ciento recurre a un sistema conocido como Hawala, un canal de transferencia de fondos, tan informal como opaco, que se emplea de manera muy habitual en el mundo árabe. La familia actúa como pagadora en un 16 por ciento de los casos. Europol indica que solo un 0,2 por ciento de los inmigrantes acaban bajo explotación laboral.
Europol dibuja un panorama sombrío con vistas a un 2016 en el que aumentarán todos los factores que dan alas a los contrabandistas. Más flujo migratorio, más demanda de documentos falsificados de gran calidad, más trabajos forzados, y más diversificación en las rutas de contrabando de personas.
En respuesta, la Policía Europea ha inaugurado este lunes el centro europeo sobre el tráfico ilícito de inmigrantes (EMSC, por sus siglas en inglés), cuyo objetivo es ayudar a los Estados miembros a desmantelar redes mafiosas que trafican con personas.
«La lucha contra el tráfico de migrantes es una de las prioridades de la Unión Europea para contener la crisis de refugiados», ha explicado el comisario de Interior y Migración, Dimitris Avramopoulos, durante la inauguración del centro, con sede en La Haya.
Se trata de una plataforma con la que se quiere mejorar la coordinación entre Estados miembros y con organismos internacionales, agencias europeas y organizaciones nacionales que comparten una «responsabilidad» en la lucha contra las mafias.