Las tensiones entre Grecia y Austria han marcado este jueves la reunión de ministros de Interior de la Unión Europea que debía servir para reafirmar el compromiso con una estrategia común, pero en la que el representante heleno ha acusado a Viena de actuar de manera «hostil».
El ministro griego, Giannis Mouzalas, ha reprochado a su colega austríaca, Johanna Mikl-Leitner, la decisión de celebrar la víspera en Viena un encuentro con los países más afectados por la presión migratoria en la ruta de los Balcanes. Grecia no fue invitada a esta cita pese a ser el país desde el que parten los miles de inmigrantes que recorren esa ruta.
Mientras trascendía que Atenas ha llamado a consultas a su embajador en Viena para mostrar su descontento, en Bruselas ha tenido lugar un «tenso» encuentro a Veintiocho, según han revelado fuentes europeas.
En el encuentro, Mouzalas ha calificado de acción «hostil» el planteamiento del Gobierno austríaco, que también ha anunciado que limitará la entrada diaria de demandantes de asilo a su territorio.
Mikl-Leitner, sin embargo, ha defendido que ante la ausencia de una respuesta eficaz a nivel europeo, los Estados miembros deben tomar medidas propias para contener la llegada de refugiados.
Además, la ministra ha asegurado que las reuniones como la de Viena con los países de los Balcanes son parte habitual de la agenda austríaca con sus socios, a lo que el ministro griego ha replicado que «sus socios son los Estados miembros, la Unión Europea», han apuntado varias fuentes presentes en la discusión.
El ministro francés de Interior, Bernard Cazeneuve, ha intervenido para pedir calma y reconocer los esfuerzos de Atenas en esta crisis, un reconocimiento al que se han unido los representantes de otros Estados miembros como Italia y Chipre. También Luxemburgo y Bélgica habrían intervenido para pedir calma, según testigos del debate.
En los últimos días, tanto desde la Comisión Europea como desde la presidencia de turno de la UE, que este semestre ocupa Países Bajos, han trasladado la necesidad de acordar una respuesta «coordinada» para solucionar la crisis migratoria y reprochar la puesta en marcha de medidas «unilaterales» desde los Estados miembros.