Hay diversas explicaciones que tratan la relación del color violeta con la lucha de las mujeres. La versión más aceptada es la que vincula el morado con los hechos acaecidos en la fábrica textil de Estados Unidos en 1908, cuando las trabajadoras de la empresa Cotton New York se declararon en huelga. El dueño de la compañía acabó con las movilizaciones de forma dramática. Prendió fuego al edificio, lo que provocó la muerte de 129 mujeres que estaban encerradas en la fábrica.
La leyenda cuenta que las empleadas estaban trabajando con telas de color violeta, de ahí el color característico de la lucha feminista. Las más poéticas sujetas que era el humo que salía de la fábrica el que tenía ese color, que pudo apreciarse a kilómetros de distancia.
“El violeta es el color del feminismo. Nadie sabe muy bien por qué”, relata Nuria Varela es su libro ‘Feminismo para principiantes’. “El incendio de la fábrica textil Cotton de Nueva York y el color de las telas forman parte de la mitología del feminismo más que de su historia, pero tanto el color como la fecha son compartidos por las feministas de todo el mundo”, sostiene Varela.
Hay quien simplifica esta relación entre color y movimiento. Si el feminismo es igualdad de hombres y mujeres, se juntan los colores azul y rosa y el que sale, violeta, es el color de la igualdad. Pero además, tenía un toque reivindicativo. La activista inglesa del siglo XIX, Emmeline Pethick, lo explicaba de esta manera: «El violeta, color de los soberanos, simboliza la sangre real que corre por las venas de cada luchadora por el derecho al voto, simboliza su conciencia de la libertad y la dignidad».
La metáfora de las gafas violetas
Violeta es el color del feminismo, y violetas son también las gafas con las que se debe mirar el mundo, según la teoría feminista. La metáfora, utilizada por primera vez por la escritora Gemma Lienas, de ponerse las gafas violetas, se corresponde con una nueva manera de mirar el mundo para darse cuenta de las situaciones injustas hacia la mujer por el simple hecho de serlo.
Esta nueva mirada se consigue cuestionando los valores androcéntricos, es decir, valores que se dan por buenos vistos desde los ojos masculinos. Es, en definitiva, cambiar el punto de vista y observar el mundo desde el feminismo, por el que mire a través de estas gafas violetas observará las discriminaciones y pequeños actos cotidianos que se asimilan como normales pero que tienen tintes machistas, conocidos ahora como ‘micromachismos’.
Sea como fuere, la celebración del 8 de marzo como Día Internacional de las Mujeres (antes, de las mujeres trabajadoras) es una realidad en la inmensa mayoría de países del mundo, desde que en 1975 la ONU proclamara este día como el Día Internacional de la Mujer.