jueves, noviembre 28, 2024
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La rivalidad entre unidades policiales agravó el atentado de París

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«Dame tu arma si no vas a actuar». El jefe de patrulla de la Gendarmería que llegó primero a la sala Bataclán, vio cómo los soldados de la operacion Sentinel observaban, pero no actuaban. Él estaba indefenso, con una mera pistola, ante las armas de asalto de los terroristas. Los militares no se desprendieron de sus fusiles y su armamento de guerra y solo fueron testigos –armados e indolentes– de la matanza. Es uno de los episodios dramáticos que ha destapado la investigación francesa de los terribles atentados del pasado noviembre en París.

Tras los atentados, los ojos de expertos en seguridad y de los medios de comunicación se fijaron en los problemas de los servicios de inteligencia, tanto franceses como europeos. Sin embargo, la comisión parlamentaria que ha investigado los atentados de París ha desvelado algo más problemático si cabe: la dificultad para actuar ‘in situ’ de los cuerpos y fuerzas de seguridad franceses en la sala de conciertos Bataclan, donde murieron 89 personas.

La comisión parlamentaria, que ha hablado con 187 personas en seis países durante cinco meses, habla de “rivalidad” y “obstaculización” entre las distintas unidades policiales que llegaron a las escenas de los atentados la fatídica noche del 13 de noviembre, especialmente en la sala de conciertos Bataclan. Todo esto, unido a los fallos de los servicios de espionaje concluyeron en un “fracaso cruel y bochornoso” que ese ataque “podría haberse evitado”, según el presidente de la comisión investigadora, George Fenech. 

La noche del 13 de noviembre de 2015 tres terroristas entraron a la sala Bataclan durante un concierto de los Eagles of Death Metal y comenzaron a disparar a los asistentes al concierto. Después, se atrincheraron en el local y retuvieron a unas 100 personas en su interior. 

La primera unidad de policía no tardó en llegar al lugar, donde también había militares por el despliegue de la Operación Sentinel, un dispositivo antiterrorista de 10.000 soldados repartidos por toda Francia tras los atentados de Charlie Hebdo. Y ahí comienza la “rivalidad” y “obstaculización” entre las distintas unidades que denuncia la investigación.  

Los policías que llegaron primero a la discoteca pidieron sus armas a los soldados que ya se encontraban allí. Los soldados se negaron a entregar sus rifles de asalto Famas ya que tenían orden de no separarse de sus armas -pese a que no tenían órdenes de disparar.

Tiempo después, llegaron los agentes del RAID -la unidad de elite francesa equivalente a los GEO españoles-, que entraron cuando la unidad policial ya estaba dentro pero no había conseguido controlar la situación. La segunda fuerza de intervención para estos casos, el Grupo de Intervención de la Gendarmería Nacional, ni siquiera fueron avisados.

No hay nada peor que tener tres fuerzas de intervención pisando los talones de las otras” sin ninguna coordinación, explicó Sebastien Pietrasanta, el diputado socialista vocal de la comisión parlamentaria que presentó el informe. Cada unidad “tiene estrategias operacionales distintas”, ha explicado.

Además, se han preguntado por «la necesidad de mantener varias fuerzas de intervención especializadas» y abogan en un futuro por la «fusión de las tres fuerzas de élite» que existen a nivel de la policía nacional, la gendarmería y la policía regional.

“Fallas” en los servicios de inteligencia

Esta descoordinación policial es solo uno de los muchos fallos que han detectado los diputados que han llevado a cabo la investigación. Es más, su presidente sostiene que “los ataques se podían haber evitado” si no hubiera auténticos agujeros en los servicios de inteligencia franceses. “Es un fracaso cruel y bochornoso” de los servicios de inteligencia franceses, concluye.

Y de hecho, la investigación así lo certifica y pone de manifiesto la gravedad de varias fallas de seguridad, como el hecho de que terroristas fichados por varios servicios de inteligencia fueran capaces de recorrerse Europa entera sin que saltara ninguna alarma.

Uno de los casos más llamativos es el de Saleh Abdeslam, el único terrorista del 13N que sobrevivió. Abdeslam consiguió escapar y refugiarse en Bélgica, pese a haber sido parado en un control policial. La Inteligencia belga lo tenía fichado pero nunca compartió esa información con sus colegas europeos.

Pero no es el único caso. Tanto los terroristas que atacaron el 13 de noviembre en París, como los responsables del ataque al semanario Charlie Hebdo y al supermercado judío “habían sido investigados, estaban bajo nuestro radar” y, aún así, “pudieron circular con una facilidad desconcertante, burlando todas las fronteras y han pasado a la acción”, se quejaba Fenech.

“Falta una clave de bóveda”

La interpretación de que los servicios de inteligencia franceses (y europeos) fallaron se hizo prácticamente desde que se produjeron los atentados, pero los errores que han encontrado los investigadores durante la investigación no dejan de ser sorprendentes.

“¿Quién hace qué actualmente? ¿Cuál es el patrón antiterrorista en Francia? No hay”, sentencia Fenech. “Unos servicios dependen del ministro del Interior, otros del de Defensa (…) Falta una clave de bóveda, una gran agencia nacional que esté directamente vinculada al presidente de la República, que sea quien tutele toda esa información”, reclamaba el diputado.

De este modo, los diputados han pedido la creación de una agencia nacional de inteligencia, directamente bajo la autoridad del primer ministro, siguiendo el modelo estadounidense del Centro Nacional antiterrorista (NTC) creado tras el 11 de septiembre de 2001.

Actualmente, los servicios de información e inteligencia franceses están dispersos en seis entidades, ubicadas bajo la autoridad del Ministerio del Interior, de Defensa o de Economía, y que implican a policías especializados, militares o aduaneros. Esas son algunas de las 40 propuestas que ha realizado la comisión parlamentaria, que también ha puesto en tela de juicio la efectividad del estado de emergencia o del despliegue de la Operación Sentinelle, que sigue manteniendo al Ejército en las calles con una dudosa eficacia. 
 

Paula Pérez Cava

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