lunes, septiembre 30, 2024
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«He oído ruidos y aullidos de personas que jamás olvidaré»

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Los testigos que han presenciado el ataque terrorista en Niza, en el sur de Francia, aseguran que ha cundido el pánico y el terror en el centro de la ciudad. El periodista del diario local Nice Matin, Damien Allemand, ha presenciado cómo el camión arrollaba a la multitud. El periódico Le Monde recoge su testimonio. “Tras el final del evento todos los asistentes nos levantamos de las sillas al mismo tiempo. Fuimos dirección a las escaleras, pegados como sardinas. Zigzaguee entre la gente para tratar de llegar a mi scooter. A lo lejos oí un ruido. Gritos. Mi primer pensamiento fue: un pillo ha querido hacer pequeños fuegos artificiales…pero no”.

Allemand describe así el momento del ataque. “Una fracción de segundo más tarde, un camión enorme y blanco humeaba a toda velocidad sobre la gente y daba golpes al volante para atropellar al máximo número de personas. El camión de la muerte pasó a unos metros delante de mi. Vi cuerpos volando como en el juego de los bolos. He escuchado ruidos y aullidos de personas que jamás olvidaré. Me quedé inmóvil. Seguí con los ojos este coche fúnebre. Todo era pánico. La gente corría, gritaba, lloraba. Comencé a correr con ellos”.

Otra testigo, Mélina Macri de 40 años, se encontraba en la playa de Beau Rivage, cerca del Paseo de los Ingleses, cuando vio cómo la gente corría sin control. El testimonio recogido por el diario Le Monde revela lo siguiente: “Estaba con unos amigos en la playa Beau Rivage, estábamos celebrando un cumpleaños y estábamos a punto de volver a casa cuando hemos visto a gente correr hacia la playa que gritaban: “¡Hay disparos, corran!”. Corrimos sin saber porqué. El pánico era increíble. Todo el mundo corría en la playa y en el Paseo de los Ingleses”.

Macri asegura al diario francés que trataron de buscar refugio en un hotel, pero sin éxito. “Tratamos de entrar en el hotel Mercurio, pero había cerrado sus puertas, con gente refugiada en el interior, así que continuamos corriendo hasta la entrada de Viejo Niza, dónde un hombre nos abrió las rejas de un hangar, una especie de tienda de bicicletas. Nos dio agua y nos contó lo que estaba pasando. Éramos 150 personas más o menos. Hemos estado allí una hora y media”. 

 

Redacción

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