lunes, noviembre 25, 2024
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Al menos 290 muertos en el intento de golpe de Estado en Turquía

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Turquía recobra poco a poco la calma tras abortar el intento de golpe de Estado que sumergió al país en un absoluto caos durante una larga noche repleta de incertidumbre y enfrentamientos violentos. El llamamiento del presidente Recep Tayyip Erdogan a que la población se echara a la calle para frenar a los golpistas, fue determinante para poner punto final al levantamiento militar y reestablecer el poder. No obstante, el Ejecutivo ha vuelto a pedir a sus partidarios que se mantengan en las calles para evitar otras posibles intentonas golpistas. La insestabilidad, de hecho, continúa imperando en las principales ciudades del país, sobre todo en la capital Ankara y en Estambul.

La intentona golpista se ha saldado por el momento con 290 muertos, entre ellos 43 civiles, y más de 1.400 heridos, según datos del entorno del presidente Tayyip Erdogan. Hasta 2.893 miembros de las Fuerzas Armadas, entre ellos varios oficiales de alto rango, han sido arrestados por su presunta vinculación con el levantamiento militar. Además, un total de 2.745 jueces fueron destituidos por ser sospechosos de estar relacionados con el predicador islamista Fetullah Gülen, enemigo del gobernante partido AKP.

«Esto es traición. Pagarán un precio muy alto», ha amenazado Erdogan, quien ha advertido de que «limpiará» el Ejército tras el alzamiento militar. El presidente turco se encontraba de vacaciones al sur del país y aterrizó en el aeropuerto Atatürk de Estambul después de que la Policía, leal al Gobierno, tomara el control del aeródromo tras la ocupación militar de los sublevados al inicio del levantamiento.

 

El Gobierno turco ha atribuido el fracaso del golpe de Estado a la solidaridad de la población, que se echó a la calle para detener la asonada militar. Sin embargo, los enfrentamientos entre los partidarios y los detractores de Erdogan han sido violentos en varios puntos del país, especialmente en Ankara, la capital, donde han perecido 43 personas, entre ellas 17 agentes de la Policía en un ataque en la sede de las fuerzas especiales. Los militares sublevados también han bombardeado la sede del Parlamento turco y la sede del Partido Justicia y Democracia en Estambul.

Los golpistas que ocuparon la sede del Estado Mayor se fueron rindiendo poco a poco tras liberar al jefe del Estado Mayor, Hulusi Akar, que más tarde fue trasladado en helicóptero a un centro de crisis.

El Gobierno turco y el presidente Erdogan, insisten en que detrás de la asonada está Fetullah Gülen, un predicador islamista exiliado desde años en Estados Unidos, y que cuenta con muchos seguidores en la policía y la judicatura turca.

Sin embargo, desde su exilio en EEUU el clérigo ha rechazado «categóricamente» estar detrás de la rebelión militar, a pesar de las acusaciones vertidas en las últimas horas por el Gobierno

Güllen fue en su día aliado de Erdogan, aunque desde hace varios años es uno de los mayores enemigos del Gobierno, que lo acusa de terrorismo y de querer desestabilizar al país.

Así se gestó la intentona golpista

Un grupo de militares desplegó un audaz golpe de mano en la noche del viernes. Un comando con apoyo de fuego de un helicóptero capturó al general jede del Estado Mayor. A la vez soldados a pie tomaron el control de los dos principales puentes del Bósforo, en Edstambul, mientras los tanques salían a la calle, los cazas sobrevolaban en rasante Estambul y Ankara y otr contingente se hacía con la televisión pública. Comenzaba el golpe, con Erdogan en paradero desconocido.

Los militares tomaron como rehén al jefe del Estado Mayor. Poco después, los militares sublevados se hicieron con el control de la televisión, desde la que comenzaron a lanzar mensajes, han decretado el toque de queda y los aeropuertos han sido cerrados.

Pero comenzaba la reacción popular en un país dividido casi en dos entre seguidores y detractores de Erdogan. El presidente consiguió sacar a la calle a sus fieles, mientras que los contrarios se quedaron en sus casas. Las imágenes de las televisiones turcas mostraban cómo masas de gente cercaban a los tanques que controlaban lugares estratégicos.

Pero la puntilla al golpe llegó cuando la Administración norteamericana mostró su apoyo a Erdogan –ya de madrugada– y pidió que sus aliados hicieran lo mismo. Erdogan había ganado la batalla.

Una batalla que ha dejado decenas de muertos en las calles de Estambuk y Anakara. Una academia de fuerzas especiales de la Policía fue atacada y dejó 17 agentes de élite muertos. Los carros de combate abrieron fuego, así como la fuerza aérea. El mismo Erdogan ha asegurado que su avión presidencial fue atacado por un caza F16, algo poco creíble, ya que este tipo de cazabombarderos son letales contra un avión civil.

Pero es el primer paso para la «sultanificación» definitiva del político islamista. Ahora, tras sus desavenencias con el Ejército –fuerza laica y que dice preservar la democracia–, la purga de genreales, parece que va a haber un proceso general contra los desafectos a sus ideas. Dos ejércitos y la marina de guerra se declararon afectos al régimen.

El papel de Turquía es clave en el escenario internacional. Su frontera con Siria es uno de los frentes de guerra contra el yihadismo, y su estabilidad es fundamental para cerar un entorno seguro en la zona, asolada por el integrismo violento. España tiene desoplegado en el este del país una batería de misiles Patriot con 150 militares, en misión contra el ISIS y sus amenazas desde Siria.

S. Jiménez | P. Riaza

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