Una noche calurosa fue el escenario en el que el Día de la Bastilla se desarrollaba en Niza, Francia. Las risas y las celebraciones terminaron cuando un camión blanco apareció a toda velocidad y comenzó a arrollar a la multitud que ocupaba el Paseo de los Ingleses.
Tanto los que presenciaron la masacre, como los que se libraron de presenciarlo ‘in extremis’ han relatado esta fatídica experiencia. Desde un joven que decidió cambiar de plan e ir con los amigos a jugar a la videoconsola, hasta una española que lo vivió todo y que acabó huyendo por las calles de la ciudad. Testimonios de ciudadanos que en un día de celebración acabó en terror.
Los que lo vivieron en carne y hueso
En Onda Cero, Carlos Alsina ha entrevistado a Magali Álvarez Crespo, una española residente en esa localidad francesa que fue testigo del atentado terrorista.
«Empezamos a ver gente desordenada, mucho ruido, confusión, gente que gritaba. Vimos una masa de gente correr en el mismo sentido y nos dimos cuenta de que había que correr”, relataba la entrevistada aún con un nudo en la garganta.
Magali contó que se salvó gracias a que “conocemos muy bien el casco antiguo y sabíamos por dónde ir, por sitios por los que no van los turistas. Subimos las cuestas y las escaleras del casco antiguo. Había una mujer con un cochecito de niño que no podía subir y la ayudamos. Una puerta se abrió, entramos y allí nos quedamos, en un apartamento, gracias a una señora que nos dio cobijo”.
Otras curiosidades revelaron que “la empresa de taxis de Niza puso los coches a disposición de la gente para que pudiera volver a sus casas”, algo que cree fue muy positivo porque «en ese caso te quieres ir a tu casa por seguridad, porque en la calle no sabíamos lo que había pasado. Oímos tantas cosas que sólo queríamos estar en casa y no salir”.
Respecto a cómo ha quedado la población subrayó que “los franceses están aún en estado de shock por lo que pasó el año pasado en París. Los españoles somos más duros. Hemos vivido ETA, el 11-M… hemos vivido el horror”.
Quizás por eso confesó que “no he llorado en ningún momento», aunque puntualizó que por el contrario «ayer vi mucha gente llorando por su ciudad”.
El periodista del diario local Nice Matin, Damien Allemand, presenció cómo el camión arrollaba a la multitud. El periódico Le Monde recoge su testimonio. “Tras el final del evento todos los asistentes nos levantamos de las sillas al mismo tiempo. Fuimos dirección a las escaleras, pegados como sardinas. Zigzaguee entre la gente para tratar de llegar a mi scooter. A lo lejos oí un ruido. Gritos”.
Allemand describe así el momento del ataque. “Una fracción de segundo más tarde, un camión enorme y blanco humeaba a toda velocidad sobre la gente y daba golpes al volante para atropellar al máximo número de personas. El camión de la muerte pasó a unos metros delante de mi. Vi cuerpos volando como en el juego de los bolos. He escuchado ruidos y aullidos de personas que jamás olvidaré. Me quedé inmóvil. Seguí con los ojos este coche fúnebre. Todo era pánico. La gente corría, gritaba, lloraba. Comencé a correr con ellos”.
Otra testigo, Mélina Macri de 40 años, se encontraba en la playa de Beau Rivage, cerca del Paseo de los Ingleses, cuando vio cómo la gente corría sin control. Su testimonio en Le Monde era el siguiente: “Estaba con unos amigos en la playa Beau Rivage, estábamos celebrando un cumpleaños cuando hemos visto a gente correr hacia la playa que gritaban: “¡Hay disparos, corran!”. Corrimos sin saber porqué. El pánico era increíble».
Macri asegura al diario francés que trataron de buscar refugio en un hotel, pero sin éxito. “Tratamos de entrar en el hotel Mercurio, pero había cerrado sus puertas, con gente refugiada en el interior, así que continuamos corriendo hasta la entrada de Viejo Niza, dónde un hombre nos abrió las rejas de un hangar, una especie de tienda de bicicletas. Nos dio agua y nos contó lo que estaba pasando. Éramos 150 personas más o menos».
Los que “se libraron” por casualidad
Iván Méndez Bayón, un español afincado en Niza desde hace más de dos años, vivió el ataque en una parada de autobús que se encontraba a escasos metros del lugar de los atentados.
«Estaba esperando en el parada del autobús para regresar a mi casa y de repente vi aparecer a gente corriendo con las caras desencajadas y con lágrimas en los ojos«, narra el joven español. No fue hasta transcurrido unos minutos cuando se dio cuenta de la magnitud de lo que había ocurrido. El pánico se apoderó de él y corrió a ninguna parte con la esperanza de que no ocurriera nada más y llegar a su casa sano y salvo. «He escuchado durante toda la noche sirenas y coches de Policía pasar durante toda la noche», afirma Iván Méndez.
Thomas Prentout, un joven nizardo que realizó su beca Erasmus en la provincia de León, es otra de las personas que en un principio ‘debían’ estar en el lugar de los atentados. Una llamada de un amigo retrasó la salida de su casa hacía el Paseo de los Ingleses. «Había quedado con algunas personas para ir a ver los fuegos artificiales, pero decidimos ir a casa de un amigo, a tan sólo unos metros del atentado, para jugar a la videoconsola», afirma.
El afortunado joven francés se enteró de la fatídica noticia a través de la novia de su amiga que recibió la llamada de su madre, la cual se encontraba en el lugar de los hechos. «Estuve llorando desde las once hasta las tres de la mañana», narra Prenotut. Además, afirma que es ahora cuando se ha dado cuenta de la magnitud de la amenaza del terrorismo yihadista. «Cuando ocurrió lo de París me quedé muy tocado, pero era París… Pero esto es Niza, a sólo unos metros de mí. Es muy diferente, la amenaza es real», comenta asustado.
Al igual que Iván, Thomas no tiene ningún familiar, amigo o conocido entre los fallecidos y heridos, pero sí conoce a gente que ha perdido algún ser querido durante en el ataque terrorista. «Es horrible que pase esto en nuestra fiesta nacional con la calle repleta de niños», sentencia.
M.G.R | C.L | A.M