Un motín en una cárcel brasileña ha dejado un total de 56 muertos en la madrugada del lunes. Esta tensa jornada de violencia que duró 17 horas ha acabado con la fuga de 87 presos de los cuales han sido localizados 40. Finalmente, los internos entregaron sus armas y liberaron a 12 guardias que habían tomado como rehenes.
La reyerta se ha producido en el complejo penitenciario Anísio Jobim, en el estado del Amazonas, y comenzó a última hora de la noche del domingo debido a un enfrentamiento por una disputa relacionada con el narcotráfico entre miembros de las bandas de la Familia del Norte y del Primer Comando de la Capital.
En total, han sido 86 los rehenes de los cuales 12 de ellos eran guardias de la prisión, liberados en las primeras horas del lunes. Todos han resultado ilesos salvo uno de ellos que ha tenido que ser hospitalizado después de haber recibido un disparo. A lo largo del motín, la banda que originó la refriega arrojó seis cuerpos sin cabezas fuera del perímetro de la prisión. La situación que se han encontrado las autoridades al entrar en la prisión ha sido devastadora: cuerpos quemados, mutilados y decapitados por el suelo.
Según las autoridades brasileñas, la matanza ya había sido planificada por los miembros de la Familia del Norte, ya que además de actuar en un día atípico –el primer día del año-, pocas horas antes se produjo una fuga en una cárcel cercana para distraer la atención de los policías.
El secretario de Seguridad Pública del Estado de Amazonas, Sergio Fontes, explicó que todo apunta a que el enfrentamiento se debe a “un mensaje que la Familia del Norte, una banda local, ha querido enviar sus rivales del Primer Condado de la Capital”, una de las bandas más grandes de Brasil, residentes de Sao Paulo, en el sureste del país. “Durante las negociaciones, los prisioneros no tenían demandas. Creemos que ya habían hecho lo que querían: matar a los miembros de la organización rival y obtener la garantía de que no sería atacados por la policía”, explicó Fontes a la radio local Tiradentes.
El Gobierno ha reconocido el problema por el que pasa Brasil en estos momentos ya que son comunes los motines en las cárceles de este país. Se trata de una “crisis a nivel nacional”, admiten desde el Gobierno. En este sentido, las autoridades creen que una de las causas por las que se producen tantos motines es por la superpoblación que hay en las prisiones de todo el país. La prisión de Anísio Jobim acogía hasta ahora a 1.072 presos a pesar de que la cárcel solo tenga capacidad para 454.
El país brasileño se tiene que remontar hasta 1992 para encontrarse un motín con características similares, en el que 111 personas murieron en una prisión de Sao Paolo.
Andrea Morea