Cazadores furtivos han matado a Satao II, un elefante emblemático en Kenia de 50 años de edad, que habitaba en el Área de Conservación de Tsavo, situada entre Nairobi y Mombasa, las dos ciudades más importantes de la región.
La peculiaridad de este elefante es que se trata de una especie “tusker”, que se identifican por un peso superior en los colmillos que supera los 45,45 kilogramos por pieza. En el caso de Satao II, el peso era de 50 y 51 kilogramos cada uno de ellos.
Únicamente quedan seis elefantes de estas características en el área de Kenia, según los trabajadores del Área de Conservación de Tsavo, por lo que al elefante se le atribuía una importancia especial. Mientras que la cantidad de elefantes “tusker” en todo el continente africano se encuentra entre los 25 y 30, constituyendo un porcentaje igualmente muy delicado entre la población.
El último censo aéreo llevado a cabo en 2014, estimó que la población de elefantes llegaba a los 11.000 ejemplares, mientras que a principios de los años 70 el número de elefantes alcanzaba los 45.000.
La situación empeora, teniendo en consideración que la repoblación de estos animales es muy difícil, pues el embarazo de un elefante tiene una duración larga de alrededor de 22 meses. Sin embargo, el verdadero problema de estos animales es la caza furtiva, que lejos de desaparecer, está muy presente en el continente africano.
El cuerpo sin vida del animal fue encontrado durante el fin de semana antes de que los cazadores pudieran extraer sus colmillos. Según la información de Africa Geographic, un blog especializado en naturaleza salvaje, se cree que murió por una flecha envenenada.
Dos personas han sido detenidas ya en relación con su muerte, a quienes se les han incautado varias armas.
Elefantes, rinocerontes, felinos y otras especies no incluidas dentro de los “big-five”, que reciben este nombre por tratarse de las cinco especies salvajes más complicadas de dar caza a pie, son piezas codiciadas por las mafias que buscan su lucro a través del comercio clandestino.
Isabel Jaén Sánchez