martes, noviembre 26, 2024
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El Reino Unido inicia la desconexión y presiona con la seguridad

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Londres ha puesto en marcha el artículo 50 del tratado. Nueve meses después del referéndum, el Reino Unido inicia el proceso de salida de la Unión Europea. Se unió, con muchas reservas hace 44 años, e inicia dos años de duras negociaciones que deberán concluir en 2019.

El anuncio de esta nueva ruptura en la historia del proyecto europeo lo ha hecho la primer ministro Theresa May a los parlamentarios de Westminster a las  13.30 horas (hora española). La primera ministra británica, ha afirmado orgullosa que se inicia «un momento histórico» en su intervención en el parlamento británico este miércoles.

«Este es un momento histórico para convertirnos en un referente en todos los ámbitos. Vamos a firmar sabiendo que perdemos influencia y que no formaremos parte de muchas instituciones, pero lo aceptamos. Esperamos que a partir de ahora el 'brexit'  funcione de forma fluida y tranquila y siguiendo el tratado», ha explicado May. 

El Brexit se llevará a cabo mediante dos acuerdos: uno en el que se marcan las pautas de la separación y otro que establecerá el nuevo vínculo entre Reino Unido y una Unión Europea, que celebra su 60 aniversario con el primer abandono de un país en su historia.

Según May, las negociaciones para llegar a dichos acuerdos, tendrán como fin «cumplir con los objetivos respetando los valores para seguir siendo fuertes». «Seguiremos siendo amigos, socios y aliados. Respetando una amistad y un comercio libre y trabajando por un mundo más seguro«, ha aclarado la primera ministra. 

La seguridad como amenaza

Precisamente la vinculación entre Brexit y seguridad ha sido una de las cuestiones más rechazadas por los analistas de la Unión Europea, que lo han interpretado como un chantaje británico para lograr acuerdos en el campo de la asociación comercial.

Una Resolución del Parlamento Europeo afirma explícitamente que las negociaciones sobre la futura relación entre la UE y Reino Unido «no puede establecer una relación entre la cooperación en defensa y seguridad cooperación por una parte y la futura relación económica, por otro lado».

Inglaterra, una crisis desde el origen

En el momento de Brexit, ¿cómo olvidar estas palabras de Anthony Eden, ministro de exteriores británico, el 12 de febrero de, 1952 “ sentimos en nuestras entrañas que no podemos ser miembros de la comunidad europea». Quizá solo se entendían para entender la soberanía monetaria inglesa y su renuncia al euro. Pero las cosas ido más allá.

En ese momento, el Reino Unido había renunciado a participar en las negociaciones del tratado constitutivo de la Comunidad Europea del Carbón y del Acero (CECA), firmado en 1951. Los seis estados fundadores del Mercado Común (Alemania, Benelux, Italia, Francia) invitaron al Reino Unido en 1955 a participar en las discusiones iniciales pero Inglaterra se quedó fuera del acuerdo e impulso la  Asociación Europea de Libre Comercio (AELC), en un intento de contrarrestar a la CEE.

Pero sumida en dificultades económicas crecientes, Gran Bretaña, dirigida por un gobierno conservador, presentó en 1961, una solicitud de ingreso  que solo impidió un veto del General De Gaulle. Para el jefe de estado francés, Londres era portavoz de los de los intereses estadounidenses. En 1966 fue el turno del gobierno laborista de Harold Wilson, para volver a la carga con el fin de conseguir el acceso al mercado común. Pero, tenaz, el general De Gaulle hizo una segundo veto noviembre de 1967, diciendo que era mejor que ofrecer en Londres un acuerdo de asociación.

A la tercera fue la vencida.  Bajo la presión de sus socios, Francia con Georges Pompidou a la cabeza acepta la adhesión de Gran Bretaña (así como la de Irlanda y Dinamarca), solicitada de nuevo por los conservadores. El ingreso se hizo efectivo en en enero de 1973 pero en 1974, Harold Wilson exigió una «renegociación» de los términos de la adhesión, incluido el importe de la contribución de su país al presupuesto comunitario y la política agrícola común (PAC).

Se convocó un referéndum que, finalmente, confirmó la presencia británica  el 5 de junio 1975,  con el 67,2% sí, defendido por los conservadores. 

 I want my money back

En 1979, Margaret Thatcher fue elegida presidenta de lo que era uno de los países más pobres de la CEE, el FMI acababa de rescatar el país. La obsesión de Thatcher era mejorar la economía de su país y generar espacio fiscal. En su punto de mira: la contribución británica al presupuesto de la UE por demasiado alta para su riqueza.

«Quiero mi dinero de vuelta» afirmó la premier británica sumiendo a la Comisión en una crisis. La CEE, ya paralizada por la regla de la unianimidad por unanimidad se hunde en una crisis presupuestaria permanente. Fue durante el Consejo Europeo de Fontainebleau en junio de 1984 que François Mitterrand, Presidente de la República Francesa, encontró la solución «milagro»: el «cheque» británico, es decir unos descuentos permanentes (que devolvían¡ dos tercios de su contribución Las

Las vacas locas

El 20 de marzo de 1996, el gobierno británico dirigido por el conservador John Major, reconoce que la encefalopatía espongiforme bovina (EEB), una enfermedad que apareció en 1986 en el Reino Unido, donde se concentra el 98% de los casos, puede ser transmitida a los seres humanos, bajo el nombre de enfermedad de Creutzfeldt-Jakob, una enfermedad cerebral mortal.

En ese momento, no se sabe aún si se trata de una pandemia o unos pocos casos aislados. Mientras que el pánico es total, y la mayoría de los Estados miembros establecen un embargo a la carne británica, la Comisión tiene siete días para responder. Pero tarda semanas en reaccionar, limitando el alcance del embargo bajo la presión británica, citando supuestos «estudios científicos», que se revelaron falsos.

 

Marta de la Fuente / Miguel de la Balsa

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