sábado, noviembre 16, 2024
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Un español en México: “Conseguimos sacar a 14 personas de un edificio derruido”

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Minutos después del temblor que sacudió su albergue -y la ciudad de México al completo-, J. M. A. recibió un mensaje de un conocido español que también está en el país: “#Urgente Reportan primaria derrumbada en Bolívar y Fray Servando. Piden ayuda para rescatar niños”. No se lo pensó. Aún algo aturdido y en ‘shock’ por el fuerte temblor, se fue a echar una mano. Él acababa de salir a duras penas de su edificio, que resistió la embestida del terremoto. “Todo se movía, parecía que las literas se iban a caer. Cuando conseguí llegar a las escaleras, los peldaños se movían medio metro, no acertaba a pisar y me caí”, cuenta. Nada más salir a la calle, a unos 50 metros del Hostel Amigo, donde se aloja, se escuchó un brutal estruendo. “La fachada de un edificio a solo 50 metros de nosotros se desplomó”, relataba a Estrella Digital momentos después del brutal terremoto y aún con el susto en el cuerpo.

Con las indicaciones del mensaje que recibió, pensaba que se dirigía a un colegio, pero llegó hasta lo que hacía unos momentos era una fábrica textil. “El edificio había colapsado completamente. Estaba todo reventado, era una montaña de escombros y hierros”, contaba a este diario el joven, un navarro de 30 años que se encontraba haciendo un viaje por el continente americano cuando el terremoto de 7,2 grados en la Escala de Ritcher le sorprendió en la capital mexicana.

“Cuando llegué, me pidieron que llevara agua y avituallamiento a las personas que participaban en el rescate”, explica J.M.A., pero poco después le pusieron a sacar escombros -mide 1,94 metros y la fuerza física en los primeros momentos era necesaria para abrir vías y localizar a posibles supervivientes-. “Primero, se metieron los bomberos; yo iba abriendo camino y sacando escombros. Al principio no éramos muchos, pero luego sí que se juntó gente y hemos podido hacer cadenas”, narraba momentos después de participar en el rescate.

Cada poco tiempo, se hacían parones, cuando “se pedía silencio para poder escuchar a los supervivientes. Se oían gritos, muy leves”, relata. Para pedir silencio, cuenta, las personas que participan en el rescate alzan los puños, un símbolo de supervivencia que está dando la vuelta al mundo con las imágenes del desastre. Pero había otras consignas para organizar al gran número de voluntarios que se agolpaban en la fábrica textil de la llamada Colonia Obrera de la Ciudad de México. “Sí se puede”, repiten los voluntarios y profesionales -entre los que hay militares- cuando consiguen con éxito alguno de sus movimientos.

 

“Cada vez que conseguíamos sacar a alguien, todo el mundo aplaudía y gritaba”, ha explicado. “Ver salir a los rescatados ha sido bastante fuerte. Una de las chicas, salía completamente enterrada de polvo y sangre”, ha recordado J.M.A., aún impactado por lo que acababa de vivir. “Al menos, algo hemos podido hacer”, se consolaba, de camino hacia su albergue, adonde se iba a descansar obligado tras varias horas sin parar de sacar escombros.

Se calcula que, en total, había unos 60 trabajadores en la fábrica en esos momentos. Tras casi 10 horas sacando escombros, habían conseguido localizar y sacar a siete personas. Horas después, habían salido 14. Las cuentas, como en muchos otros edificios colapsados de la ciudad, arrojan unas cifras espeluznantes. De hecho, se trata de uno de los lugares de donde los equipos de rescate y voluntarios más han conseguido sacar. Las cifras oficiales situaban en 52 los rescatados en toda la ciudad, aunque la confusión sigue reinando, 

Continúan los rescates

Las labores de emergencia continúan en la fábrica textil y en otros puntos de la capital mexicana, donde el colapso en un colegio con niños atrapados mantiene al país con el corazón en un puño. “La gente se ha volcado una barbaridad. Ha habido un despliegue espectacular. Además, han llegado personas con todo tipo de cosas, cuerdas, lámparas, picos, palas… Uno incluso con una excavadora, varios camiones… y todo, de gente anónima”, se sorprendía el joven español, que acababa de llegar a la capital mexicana y tenía planeado recorrerla durante unos días dentro de su viaje por el continente americano.

Ahora todos sus planes han cambiado y ha decidido seguir volcándose con la ciudad, que necesita mucha ayuda. “En estos momentos hay muchas manos, así que he decidido ayudar de otra manera y compro productos necesarios para los superviventes”, explica el joven, que es licenciado en Administración y Dirección de Empresas. Ha comenzado con la ayuda de conocidos y amigos y, con los primeros 50 euros que ha conseguido reunir -1000 pesos-, ha comprado jeringuillas, gasas, toallas, jabón antibacteriano…

“Hay puntos de recogida cerca de los lugares de rescate y es allí donde lo estoy llevando”, indica. “No sé si las ONG funcionan aquí, pero estoy haciendo mi pequeña aportación. Aquí soy yo comprando en la farmacia que está a 20 metros de donde están recolectando todos estos productos”, explica el joven, que en la última edición de este artículo había reunido más de 1.000 euros de sus conocidos que querían ayudar. 

Lleva lo que compra en farmacias a los puntos de recogida, que se encuentran cerca del rescate y en el Palacio de Bellas Artes, donde hay varios grupos que organizan las recogidas. El joven español se ha unido así a la solidaridad del pueblo mexicano que se afana por salvar a supervivientes aún atrapados y recuperar los cuerpos de los fallecidos. Y, por el momento, no tiene pensado reanudar su viaje.

Paula Pérez Cava

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