lunes, noviembre 25, 2024
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Los tifones y la violencia amenazan la vida de la infancia rohinyá

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UNICEF ha asegurado en un informe lanzado seis meses después del comienzo del último éxodo de refugiados rohingya hacia el sur de Bangladesh que las fuertes lluvias que se prevén por la llegada de la temporada de tifones pueden inundar los campos de refugiados, que ya son frágiles e insalubres. Esto aumentaría el riesgo de contraer enfermedades transmitidas a través del agua y obligaría al cierre de clínicas, centros de aprendizaje y otras instalaciones para los niños.

Según el informe, alrededor de 185.000 niños rohingya permanecen en el estado de Rakhine, en Myanmar, con miedo a la violencia y el horror que ha llevado a muchos de sus familiares y vecinos a huir. En Bangladesh, hay unos 534.000 niños rohingya refugiados que llegaron el año pasado y en otras oleadas previas.

“Alrededor de 720.000 niños rohingya están atrapados, bien en la violencia y el desplazamiento forzoso en Myanmar, bien en los campos masificados de Bangladesh porque no pueden volver a casa”, declara Manuel Fontaine, director de los programas de emergencias de UNICEF. “Esta no es una crisis que se solucione fácilmente, podría llevar años superarla si no se coordinan esfuerzos para abordar las causas subyacentes que la han motivado”.

Los rohingya, que han sido expulsados de sus hogares y sus comunidades, se encuentran ahora a la deriva, atrapados en una especie de limbo y privados de sus derechos fundamentales mientras se enfrentan de nuevo a amenazas para su salud y sus vidas, señala el informe.

Diferentes entidades y ONG's hacen un llamamiento al gobierno de Myanmar para acabar con la violencia y abordar lo que califica como una crisis de derechos humanos del estado de Rakhine, que se manifiesta en la restricción de movimientos de los rohingya y un acceso limitado a servicios básicos como salud, educación y medios de subsistencia, con la consecuente dependencia de la ayuda humanitaria exterior.

“Los rohingya no van a volver a no ser que se garantice su seguridad y se les conceda la nacionalidad, a menos que puedan mandar a sus hijos al colegio y vean la oportunidad de un futuro”, afirma Fontaine.

Desde agosto de 2017, cuando comenzó la oleada de violencia contra los miembros de esta etnia no reconocida en Birmania, la falta de acceso a muchos lugares del estado de Rakhine ha dificultado el trabajo de las agencias humanitarias, algo de suma necesidad, especialmente para los niños.

En Bangladesh la ayuda humanitaria dirigida y supervisada por el gobierno ha evitado el desastre, con 79.000 rohingya acogidos en comunidades locales. UNICEF ha formado parte de una respuesta internacional masiva promoviendo la construcción de pozos y de miles de letrinas e iniciando una campaña de vacunación para proteger a los niños contra el cólera, el sarampión y otras enfermedades.

Marta de la Fuente

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