“A mí me daba miedo hacer búsqueda en campo. Yo decía: yo solamente voy a buscar a Diego en vida, pero de pronto, cuando me di cuenta, estaba buscando a mi hijo debajo de la tierra, con una pala, con un pico para saber si había restos ahí; lo tuve que hacer y me he estado preparando porque lo quiero encontrar”, compartió.
Diego cursaba el segundo año de preparatoria, era deportista y tenía ganas de vivir, pero unos delincuentes se lo arrebataron a su madre a cambio de dinero, que pedían para su liberación.
«Una forma de presionarnos, porque no juntaba el dinero, fue que mutilaron a mi hijo; nos mandaron dos ‘falangitos’ de sus dedos y en ese momento pensé que me iba a morir. Yo soy mamá sola, gracias a mis amistades y a mi familia pude juntar algo de dinero que les entregamos, pero no lo liberaron”, recordó.
A casi cuatro años, se sabe que en el secuestro de Diego estuvieron involucrados dos adultos y un menor de edad, éste último era su vecino en Ecatepec, Estado de México.
“A este jovencito por ser menor de edad le dieron una pena de tres años seis meses; él ya va salir y yo no sé dónde está mi hijo. Infinidad de veces se ha burlado diciendo que lo mataron, que lo dejaron en un lugar, en otro lugar y así me la he pasado».
Como madre soltera, Verónica necesita de su trabajo para seguir con la búsqueda de su hijo, pero sus jefes se niegan a darle más permisos para continuar con el proceso; «entonces mi expediente en cualquier momento puede caerse y esos hombres están en libertad porque yo no tengo dinero para pagar un abogado”.
Ante la falta de respuesta de las autoridades, Verónica se unió con otras familias para formar un colectivo, “porque la policía no está tan preparada, le están ganando los delincuentes. Los que se llevaron a Diego, uno de los detenidos es de Guerrero, otro, mi vecino en Ecatepec, otro de la Ciudad de México, ¿cómo ellos si se unen para lastimarnos y nosotros estamos dispersos?”.
Adela Alvarado Valdez es otra madre de familia que, desde hace 15 años, busca a su hija Mónica Alejandrina Ramírez Alvarado y compartió su historia frente a estudiantes de la carrera de Derecho en la Universidad del Claustro de Sor Juana.
“Preguntan ¿por qué hacemos marchas?, ¿por qué caminamos?, ¿por qué anunciamos que buscamos a nuestros hijos?, pues porque no se nos perdió un perro, no se nos perdió un coche; se nos perdió un hijo, una parte de nosotros que duele”, expresó.
En la desaparición de Mónica, quien estaba a punto de titularse de la carrera de Psicología de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), estuvo involucrado uno de sus compañeros de clase, quien como cómplice «se encuentra en la cárcel purgando una condena de 26 años», pero no así los otros tres implicados, de los cuales dos fueron liberados y uno más sigue sin ser detenido.
“Nos enteramos que era un grupo mafioso el que se había llevado a mi hija. Ellos vivían a media cuadra de la casa de nosotros y no lo sabíamos. Tuvimos que salir en cuanto nos enteramos y ahora mi familia y yo somos desplazados porque estamos amenazados.
«Es triste, pero esa es nuestra realidad en México y duele verdaderamente, pero más aún ver que nuestra sociedad nos diga qué andarían haciendo nuestros hijos, en qué andaban; mi hija se dedicaba únicamente a la universidad, a sus clases de pintura, hawaiano y tahitiano”, agregó.
María Guadalupe Hernández Martínez también comparte su historia con la esperanza de encontrar una pista que la lleve a su hijo José Antonio Robledo Fernández, quien desapareció desde hace 10 años.
Explicó que aun cuando radicaban en la Ciudad de México, su hijo fue asignado a un proyecto de los Altos Hornos de México en Monclova Coahuila, el cual fue inaugurado en 2013 por el entonces presidente Enrique Peña Nieto.
Tras la desaparición de su hijo, la señora María viajó a Coahuila junto a su esposo para iniciar una averiguación previa ante la Procuraduría General de Justicia del estado, pero en lugar de encontrar respaldo fueron persuadidos por unos sujetos para dejar su búsqueda.
“Fueron a amenazar a un par de viejos que buscaban a su hijo en la madrugada cuando estábamos en un hotel”, rememoró.
Esa acción la motivó a unirse al colectivo Fuerzas Unidas por Nuestros Desaparecidos en Coahuila, el cual ha logrado documentar alrededor de 500 casos similares, de los cuales la mitad son de desaparecidos que eran profesionistas y se encontraban de paso en esa entidad.
“Este presidente (Andrés Manuel López Obrador) tiene la oportunidad de quedar bien ante toda la ciudadanía, de hacer algo para identificar a los miles de cuerpos y de restos que las mismas familias han recuperado de esta gran fosa que es México”, consideró.
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