Los comercios con una superficie de hasta 800 metros cuadrados podrán abrir otra vez las puertas en algunos estados federados. Otros, en el marco del orden federal alemán, tardarán un poco más. Y los colegios a partir de la próxima semana irán abriendo paulatinamente sus puertas, aunque con restricciones.
En Berlín, por ejemplo, el lunes empezarán los exámenes para el último curso del bachillerato y el 4 de mayo volverán otros cursos a a los colegios de forma escalonada y en grupos más pequeños que los habituales. En otros estados federados se tardará más.
Las peluquerías se preparan para abrir el 4 de mayo y otros negocios, como concesionarias de automóviles o tiendas de bicicletas, podrán abrir antes.
La lucha contra la pandemia, como ha indicado la canciller Angela Merkel, no está ganada todavía pero se ha logrado un objetivo intermedio de ralentizar el crecimiento de los contagios y que el avance de las infecciones no ponga en jaque las capacidades del sistema sanitario.
El comienzo del relajamiento de las medidas da paso a un nuevo capítulo de la lucha que empezó para Alemania el 27 de enero, cuando se reportó el primer caso confirmado.
Sin embargo, la verdadera llegada de la epidemia tuvo lugar un mes más tarde cuando se dieron nuevas infecciones de los estados de Baviera, Baden-Württenberg y Renania del Norte Westfalia.
Las primeras medidas restrictivas a nivel federal se tomaron el 8 de marzo y se reforzaron luego el 16 y el 23 del mismo.
El paquete de medidas del 23 de marzo, el que hay algunas diferencias en su aplicación en los diversos estados federados, es el que ha regido desde entonces y que, según los expertos, ha contribuido a contener la epidemia.
Según un modelo desarrollado por el Instituto Max Planck de Dinámica, sin el reforzamiento de las medidas restrictivas que se decidió el 23 de marzo Alemania estaría desde hace más de una semana por encima de los 200.000 casos confirmados de contagio.
En Alemania las restricciones han sido menores que en la gran mayoría de los países. La expresión clave ha sido «reducción de contactos».
Siempre se ha podido salir pero sólo con la gente con la que se vive bajo el mismo techo o en grupos de no más de dos personas, no sólo a hacer compras sino incluso a pasear o a hacer deporte al aire libre.
Se pide en general mantener una distancia de por lo menos 1,5 metros frente a otras personas y esa medida seguirá vigente, lo mismo que la prohibición de andar en grupos grandes.
El factor de reproducción de la enfermedad (R) es actualmente 0,7, lo que significa que cada persona contagiada lo transmite a 0,7 personas, después de haber estado por encima de 5 a comienzos de la epidemia.
A comienzos de marzo el valor de R era 3, el 8 de abril 1,3 y el pasado martes 1,2. Sin embargo el objetivo es reducir ese factor aún más y, ante todo, evitar que repunte ya que si subiera a 1,1, según cálculos del Gobierno alemán, el sistema sanitario podría verse saturado en octubre.
Por eso la relajación de las medidas será a cuentagotas y muchas cosas seguirán estando al menos de momento al margen de lo posible, lo que forma parte de lo que el vicecanciller y ministro de Finanzas, Olaf Scholz, ha llamado una «nueva normalidad».
El primer ministro bávaro, Markus Söder ha dicho que no se puede imaginar que este año pueda celebrarse la tradicional Fiesta de la Cerveza de Múnich en otoño.
Los certámenes con asistencia masiva seguirán prohibidos al menos hasta el 31 de agosto y no se puede descartar que la vigencia de la medida se prolongue.
Hay cosas que no volverán a ser como antes sino hasta que se encuentre una vacuna contra el virus, lo que puede tardar hasta dos años, con lo que la nueva normalidad será en todo caso una normalidad llena de medidas de precaución.
En Sajonia (este de Alemania) se impondrá obligación de usar mascarillas en las tiendas. En otros estados federados se recomienda hacerlo sin que sea de momento obligatorio.
No se trata, se ha dicho insistentemente, de una carrera de velocidad sino de un maratón. Y, pese a los avances, la situación, ha dicho la canciller Angela Merkel, sigue siendo frágil.
Algunos sectores productivos no están satisfechos pero entidades como el Instituto de Macroeconomia han advertido de que una apertura demasiado rápida podría traer una recaída que a la larga sería perjudicial para la economía
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