viernes, noviembre 22, 2024
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Puebloviejo: cundido por las altas tasas de covid-19 y con un alcalde que llora a su papá

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El comienzo de la hecatombe llegó el 25 de abril a Puebloviejo, Magdalena. El alcalde Fabián Obispo declaraba con suma preocupación que una abuela de 76 se debatía entre la vida y la muerte por culpa del covid-19. Era el anuncio de que el virus había llegado al municipio.

Cuatro días después se conoció su deceso en un hospital de Santa Marta y en Puebloviejo, ahora sí, empezaba el estrés.

La mujer, quien habría estado días antes de viaje en la capital del Magdalena, enfermó de manera intempestiva a mitad de abril, en plena agonía y, sin conocer su diagnóstico, contagió de covid-19 a tres de sus hijos.

Ellos, sin saber qué pasaba, pasaron días asintomáticos. Por el desconocimiento de su enfermedad fueron esparciendo el virus a otros puebloviejeros y así, de a poco, se fue desencadenando la crisis.

Hoy Puebloviejo es el segundo municipio del país con más decesos por cada millón de habitantes y el cuarto en el escalafón de mayor incidencia, según el Instituto Nacional de Salud (INS). Así las cosas, en este territorio van 93 casos y 7 fallecimientos.

En este pequeño municipio hay más casos de muertos que Medellín (3) y más contagios que todo Santander (52).

El aviso de la primera muerte resonó por cada una de las calles de este vecindario costeño, el cual es la unión de varios centros poblados -habitados por 33.000 personas- que separan al mar Caribe de la Ciénaga Grande de Santa Marta y que está en plena Troncal del Caribe en medio de la ruta entre Barranquilla y Santa Marta.

Contrario a los avisos desesperados del alcalde Obispo para que se acataran todas las normas de aislamiento, en algunos lugares se seguían viviendo para los primeros días de mayo situaciones que, como dice el mandatario, son parte de la cultura costeña y difícil de desarraigar.

Vecinos afanosos llamaban a la Policía y a la Alcaldía para dar aviso de cómo se hacían corrillos de apostadores en plena calle o a orillas de la Ciénaga para ver peleas de gallos. Al menos han sido ocho los lugares clandestinos los que se han clausurado. En otros casos alertaban de jóvenes jugando fútbol en canchas improvisadas.

La tragedia del alcalde

Cuando el alcalde Obispo hacía el cerco epidemiológico para evitar la propagación y visitaba los barrios para insistir en los peligros que acarrean las violaciones a la cuarentena, una tragedia sacudía a su núcleo familiar.

Su padre, el docente Genaro Obispo, fallecía por síntomas asociados al coronavirus, sin que su deceso por esta enfermedad se haya confirmado por parte de las autoridades sanitarias.

“Esa pérdida del viejo ha sido difícil. Estamos subiendo el ánimo, tratando de salir adelante. A mi papá le realizaron la prueba. Estamos a la espera del resultado, hay unos indicios de que pudo haber sido por covid-19”, cuenta el alcalde Obispo.

Al alcalde le toca pasar su duelo encerrado en casa, pues la sospecha de que la muerte de su padre fue por coronavirus lo hizo aislarse. Desde allí discute por teléfono las medidas para el pueblo con Selena Granados, mandataria encargada, y recibe las quejas de una comunidad, la mayoría dedicada a la pesca, que ha estado a punto de estallar.

En lo que más se ha invertido es en la consecución de pruebas para analizar a las personas que han estado cerca de algún contagiado, de manera que se puedan aislar con rapidez. Según el alcalde, se han realizado cerca de 600 muestras y por esa tarea en la que no se ha escatimado esfuerzo sus números son mayores. La mayoría de pacientes están en sus hogares.

La tragedia del alcalde Obispo no solo pasa por lamentar la muerte de su padre. Los puebloviejeros lo llaman a diario para contarle que cuando viajan al vecino municipio de Ciénaga son tratados como los «bichos raros» del Magdalena por culpa del covid-19.

“Muchos han estigmatizado el buen nombre de los puebloviejeros. Sabemos que hay mucha gente que ha irrespetado el aislamiento, pero no es solo una cosa de acá, la gran mayoría de la Costa Caribe no ha respetado la cuarentena”, señala.

Pero muchos de quienes violan la cuarentena lo hacen por necesidad, indica el mandatario Obispo, quien cuenta que su municipio tiene mucha población vulnerable que depende de salir a las faenas de pesca para conseguir qué llevar a un hogar en el que viven varias personas.

En Puebloviejo, incluso, se optó por la ley seca y se evita que los camiones con cerveza ingresen al municipio, así a toda costa se evita que se armen los parrandones vallenatos que se acostumbran por estas tierras.

“Esta enfermedad es una pandemia, así como hay personas infectadas en Puebloviejo hay otras en muchos lugares del mundo. Muchas madres me llaman a contarme que algunas personas las echaron de Ciénaga porque nosotros los íbamos a contagiar. Somos seres humanos y nos están discriminando”, señala.

La pesadilla de Electricaribe

La necesidad de buscar qué comer no es la única razón que genera que los puebloviejeros evadan la cuarentena.

Hay días en los cuales el servicio de energía de Electricaribe se va hasta cinco veces al día y los habitantes de este poblado quedan desprovistos de un simple ventilador que los saque de los agobios del encierro con una temperatura superior a los 30 grados.

“¡Con estos calores extremos que están haciendo y se va la energía! A veces no hay más opción que salir a la puerta, buscar aire y son momentos cuando puede haber contacto con otras personas. Si nosotros tuviéramos buenos servicios, eso ayudaría a que las familias respetaran el confinamiento”, añade el alcalde Obispo.

Las constantes penurias que se atraviesan por culpa de Electricaribe y la curva ascendente de casos ha generado ciertas protestas contra la administración de Obispo, quien llama a la calma para no perder la cordura.

A través de una carta, el mandatario pidió a Electricaribe reparar las conexiones eléctricas de manera urgente, pues tildó como “saboteo” el servicio que se le presta al municipio.

En este pueblo la atención en salud es delicado. En el hospital, aunque hay servicio de urgencias, están desprovistos de camas de unidad de cuidados intensivos o ventiladores, por lo que los enfermos de gravedad deben ser trasladados a Ciénaga o Santa Marta.

“En este momento, como alcalde, me siento solo. Hago un llamado para un SOS, para que así como el Gobierno Nacional intervino a Leticia, también lo haga con nuestro municipio, nuestras cifras demuestran un panorama difícil y solos no lo vamos a superar”, señala el alcalde Obispo.

 

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