Este viernes, en la histórica ciudad de Granada, se congregan nuevamente las máximas autoridades de los países de la Unión Europea (UE) en un encuentro caracterizado por su informalidad dentro del Consejo Europeo.
Uno de los puntos álgidos en la agenda es el plan de expansión que busca integrar hasta 10 naciones para 2030. No obstante, la reunión no se limitará a este tópico, pues también se abordarán cuestiones vitales como el fortalecimiento de la defensa, la búsqueda de una mayor independencia estratégica y temas relacionados con la migración.
Un día antes, durante la cumbre de la Comunidad Política Europea, las autoridades de la UE se reunieron con representantes de los mencionados 10 países y otros líderes europeos, dando un fuerte respaldo a Ucrania.
Pese al ambiente relajado del Consejo, la atención estará centrada en las palabras de tres figuras destacadas al concluir el evento: el líder del Gobierno español, en representación de España que actualmente ostenta la presidencia rotativa de la UE, el presidente del Consejo, Charles Michel, y la jefa de la Comisión, Ursula von der Leyen.
En el panorama europeo, existen diferencias palpables sobre cómo y cuándo incorporar a nuevos miembros. Mientras algunos abogan por resolver asuntos internos antes de la ampliación, otros instan a avanzar con la integración de candidatos sin mayores dilaciones.
España está preparada para presentar una propuesta ambiciosa en Granada, centrada en la autonomía estratégica de la UE. Esta iniciativa busca una UE reindustrializada, líder en áreas estratégicas como la energía y la salud, y destacando en campos donde ya posee ventaja, como la inteligencia artificial, la generación eólica y la producción de fertilizantes orgánicos.
El complejo tema de la migración ha estado ausente en esta cita. Recientemente, se ratificó el reglamento para situaciones de emergencia, un paso esencial en el Pacto Europeo de Migración y Asilo. Si bien hay un acuerdo unánime sobre la necesidad de endurecer la seguridad fronteriza y estrechar la cooperación con naciones de origen y tránsito, el desacuerdo radica en cómo distribuir a los migrantes que, en su mayoría, llegan a los estados sureños de la UE.
El desacuerdo en políticas migratorias se evidenció con las declaraciones de líderes como el primer ministro húngaro, Viktor Orbán, quien, a su llegada a Granada, acusó a la UE de «violar» y «forzar» a Hungría al aprobar políticas migratorias sin consenso unánime. Asegurando que «No hay ninguna posibilidad de tener ningún tipo de compromiso o acuerdo en migración, políticamente es imposible». En una sintonía similar, el primer ministro polaco, Mateusz Morawiecki, manifestó su rechazo a «el dictado de Bruselas y Berlín».