Tras varios intentos infructuosos en el Consejo de Seguridad, la Asamblea General de las Naciones Unidas finalmente ha dado luz verde a una resolución centrada en la situación en Gaza. Con una votación que culminó en 120 votos a favor, 14 en contra y 45 abstenciones, el mensaje es claro: la comunidad internacional pide «el cese de hostilidades» en la región.
El panorama tras la votación fue notorio, con una porción significativa de los delegados mostrando su aprobación a través de aplausos. Uno de los puntos centrales de la resolución hace énfasis en «un rechazo al traslado forzoso de la población civil palestina». Esta postura no fue bien recibida por países como Estados Unidos e Israel, así como por algunos de sus aliados. Sin embargo, potencias como Rusia, China y varias naciones árabes dieron su visto bueno. Por su parte, la Unión Europea mostró divisiones internas al momento de la votación.
Más de 50 Estados, incluyendo naciones árabes y musulmanas, apoyaron esta resolución. Previamente a la votación principal, Canadá y Estados Unidos propusieron una enmienda condenatoria hacia los recientes atentados perpetrados por el brazo armado de Hamás el pasado 7 de octubre. Sin embargo, esta enmienda no obtuvo el apoyo necesario, sumando solo 88 votos a favor.
Munir Akram, representante de Pakistán, destacó que la resolución es resultado «de un acto deliberado de moderación», evitando señalar explícitamente a Hamás o Israel. En cuanto a Europa, mientras España votó a favor, Reino Unido decidió abstenerse, evidenciando la complejidad diplomática del tema. Francia, Hungría, Austria, Italia, Países Bajos, Rumanía y Polonia también tuvieron posturas variadas durante la votación.
Es crucial entender que, a pesar de su peso político, las resoluciones de la Asamblea General no poseen carácter vinculante. No obstante, reflejan la perspectiva global sobre cuestiones específicas. En este caso, más allá de los desencadenantes de este conflicto, el deseo generalizado es buscar el apaciguamiento de las hostilidades. El Secretario General de la ONU, António Guterres, ha resaltado en diversas ocasiones la larga duración de esta situación, mencionando «los 56 años de ocupación».
El contexto actual en Gaza es complicado. La región, hogar de 2 millones de palestinos, ha enfrentado cortes de internet y telefonía. Además, se reporta una preocupante disminución de las reservas de combustible, elemento vital para el funcionamiento de hospitales y plantas desalinizadoras.
Israel no ha tardado en expresar su descontento tras la votación. El embajador israelí, Gilad Erdan, criticó duramente a la ONU, cuestionando su legitimidad. Erdan argumentó que esta resolución demuestra un apoyo internacional a Hamás en detrimento de Israel. En una declaración posterior, el ministro de Exteriores israelí, Eli Cohen, rechazó el llamado de la ONU a un cese al fuego, comparando la situación con conflictos históricos y modernos.
Con este panorama, queda claro que la situación en Gaza sigue siendo un punto álgido en la diplomacia internacional, y las soluciones parecen aún distantes.