La reciente aprobación por la Asamblea General de la ONU de una resolución que exige un «alto el fuego inmediato» en la Franja de Gaza ha marcado un importante paso diplomático. Esta decisión llega después de que Egipto y Mauritania pidieran una reunión de emergencia, apoyándose en la resolución 377A. La votación concluyó con un notable respaldo de 153 votos a favor, contrastando con los 10 votos en contra y 23 abstenciones. Entre los opositores figuraron Israel, Guatemala, República Checa, Austria, Liberia, Micronesia, Nauru, Papúa Nueva Guinea, Paraguay y Estados Unidos. Curiosamente, Argentina adoptó una postura de abstención, alineándose con países como Italia, Alemania y Ucrania.
Este resultado, que obtuvo una mayor cantidad de apoyos (153) en comparación con la votación anterior (120), fue celebrado con aplausos por numerosos países. Aunque las decisiones de la Asamblea General no son vinculantes, el texto aprobado enfatiza la necesidad de que todas las partes involucradas respeten sus obligaciones bajo el Derecho Internacional, especialmente en lo concerniente a la protección de civiles. También se exige la «liberación inmediata e incondicional de todos los rehenes».
La resolución, descrita como «de mínimos», se centró en solicitar el cese del fuego dada la «situación humanitaria catastrófica en la Franja de Gaza y el sufrimiento de la población palestina». Nabil Abu Rudeina, portavoz de la Presidencia de la Autoridad Palestina, expresó su gratitud a los países que apoyaron la resolución y destacó que esto refleja un «apoyo abrumador al pueblo palestino».
Cabe mencionar que la votación fue promovida por dos grupos de países, el árabe y el islámico. Esto ocurrió después de que una resolución similar fuese vetada por Estados Unidos en el Consejo de Seguridad, a pesar de contar con el apoyo de 13 de sus 15 miembros.
António Guterres, secretario general de la ONU, había invocado anteriormente el Artículo 99 de la Carta de la ONU, alertando sobre la situación en Oriente Próximo y llamando a evitar una catástrofe humanitaria.
Durante la sesión, Dennis Francis, presidente de la Asamblea, rompió su habitual neutralidad con un emotivo discurso, instando a un cese inmediato de la violencia. Por otro lado, Estados Unidos e Israel mantuvieron su oposición. Linda Thomas-Greenfield, embajadora estadounidense, argumentó que un alto el fuego en este momento podría resultar peligroso y temporal, tanto para israelíes como para palestinos. Gilad Erdan, embajador israelí, fue más crítico, afirmando que el apoyo a la resolución equivalía a dar carta blanca a los terroristas, y acusó a la ONU de convertirse en una «mancha moral para la Humanidad».
En resumen, la Asamblea General de la ONU ha dado un paso significativo al adoptar esta resolución, aunque la disensión de algunos países clave y la naturaleza no vinculante de la votación plantean interrogantes sobre su impacto real en el conflicto.