La Asamblea Nacional francesa ha dado el visto bueno a la controvertida reforma migratoria este martes, marcando un giro tras el reciente revés sufrido por el Gobierno de Emmanuel Macron. El texto, diseñado para controlar la llegada de migrantes, fue respaldado por 349 diputados, con 186 votos en contra.
El ministro del Interior, Gérald Darmanin, celebró la aprobación con una «mayoría sólida«, destacando el respaldo inusual de la Agrupación Nacional, un partido ultraderechista. Previamente, una moción presentada por La Francia Insumisa para rechazar la reforma fue rechazada por 284 votos en contra y 155 a favor.
La primera ministra, Élisabeth Borne, defendió la reforma como «necesaria y útil«, considerándola coherente con los valores republicanos. A pesar de la división en el partido de Macron, Borne afirmó que «la mayoría estaba unida«, desestimando las «maniobras groseras» de la Agrupación Nacional.
Sin embargo, la aprobación no estuvo exenta de tensiones, y el ministro de Salud, Auréliem Rousseau, presentó su dimisión debido a sus desacuerdos con la iniciativa. La reforma aborda temas como las ayudas sociales, condicionándolas a que los extranjeros lleven al menos cinco años en Francia, en lugar de seis meses como antes.
Además, se incluyen medidas de regularización para inmigrantes en sectores con escasez de mano de obra y requisitos más estrictos para la reunificación familiar. El proyecto de ley ha generado críticas y divisiones, llevando a renuncias ministeriales y revelando profundas diferencias en el seno del Gobierno francés.